Agua potable para Tumaco en tiempos de COVID-19

“El agua del acueducto estaba afectando a toda la gente del pueblo: le salían manchas en la piel, los niños tenían diarrea y vómitos, entonces decidimos con la compañera Liseth formar nuestro propio grupo para darle una mejor calidad de vida y de agua a las personas» dice Oscar. La sede de Agua de las Rocas está ubicada en la Avenida Ferrea, dentro de un pequeño espacio lleno de tanques, tuberías, filtros y una motobomba que Alianza-ActionAid les ha entregado para dar vida a su actividad.
“Tumaco siempre ha sufrido la falta de agua a pesar de estar rodeada por ríos como el Mira, que en algunas ocasiones ha generado emergencias por inundaciones en el municipio”, asegura Hansy Obando, profesional WASH de Alianza-ActionAid en la regional de Nariño.
La problemática relacionada a la distribución y a la calidad del agua no es algo nuevo para los 200.000 habitantes del puerto pacífico, los cuales a menudo se han vistos privados de agua potable. En los barrios, el agua llega cada 15 días, pero en algunas ocasiones los pobladores han denunciado la interrupción del suministro por más de un mes. “Se ha vuelto tan cotidiana la falta del preciado líquido por motivos como la ausencia de energia eléctrica o las fallas en la red del acueducto, situación que ha generado que muchos pobladores busquen proveerse de agua de algún modo, como por ejemplo mediante la construcción de pozos profundos, sin tener en cuenta que dicho liquido viene contaminado, puesto que Tumaco no posee sistema de alcantarillado” concluye Hansy.
En la zona rural, la situación es aún más grave: solamente el 2% o 3% de las familias pueden contar con infraestructuras hidráulicas, hecho que fuerza a las personas a dirigirse hacia el río para llenar sus tanques o de lo contrario a tomar agua de lluvia. Desafortunadamente, el agua que transportan desde el río a sus casas o que captan de los canales de agua lluvia viene contaminada, llegando a provocar enfermedades severas como parásitos, dermatitis cutánea y enfermedades gastrointestinales. Es en este contexto que Alianza-ActionAid trabaja para mejorar el acceso al agua y saneamiento para los más vulnerables, a través de la construcción de infraestructuras, distribución de filtros, tanques, kits de higiene y la difusión de buenas prácticas de higiene. Además, gracias a la financiación de la Unión Europea en Colombia, ha logrado impulsar iniciativas productivas como la de Agua de las Rocas.
Una ‘escuela’ para jóvenes víctimas del conflicto
La asociación está formada por ocho miembros, en lo cual las mujeres se dedican a la parte administrativa y los hombres al ámbito productivo y a la distribución. Entre ellos, están jóvenes que sufrieron los estragos del conflicto armado y que lograron recomponerse de la violencia: «Teníamos dos amigos que vivían en unas veredas y por causa de la guerra tuvieron que huir de su tierra. Ellos se dieron cuenta que nosotros estábamos formando una microempresa, entonces decidieron unirse y todavía hacen parte de nuestro equipo» cuenta Oscar.
Hoy, gracias a la capacidad empresarial de los jóvenes de Agua de las Rocas y a la asistencia técnica en fortalecimiento comercial por parte de Alianza-Action, la microempresa está observando un aumento de las ventas. Además, a pesar de la crisis Covid-19 que ha afectado muchas pequeñas empresas, la producción no ha parado: «Esta emergencia humanitaria tiene su ventajas y desventajas. Ventajas porque nosotros somos una planta purificadora de agua y entonces hace que aumente la demanda, pero también tenemos el riesgo de contraer el virus porque hay veces que tenemos que estar en contacto con las demás personas. Sin embargo, nosotros manejamos juiciosamente el equipo de seguridad: tenemos gorros, tapabocas y guantes en todo momento» dice Oscar. Desde siempre, los tumaqueños viven la frustración de no contar con un sistema de agua potable y saneamiento básico digno, situación que los hizo ‘especialistas’ en ingeniería hidráulica para poder subsistir.
Por supuesto, estas circunstancias traen consecuencias alarmantes tanto en términos económicos como sociales: el 60% de la población de Tumaco trabaja en la informalidad y lo que gana tiene que invertirlo en sistemas de captación de agua como motobombas, electrobombas y tanques de almacenamiento que pueden llegar a costar hasta 600.000 pesos. Esto implica que las familias deben reunir todo el año para adquirir estos elementos, dejando de invertir en otros bienes de primera necesidad como alimentos y ropa. Y si eso no fuera suficiente, el sacrificio no les garantiza el acceso a agua limpia y segura.
«Uno de los problemas de porqué las personas no quieren vivir en Tumaco es la falta de agua. Y si hay algo fundamental es eso: es la fuente para vivir. Por eso la ciudad no se desarrolla y la población migrante tumaqueña es tan alta». afirma Hansy. Sin agua no hay desarrollo ni salida de la pobreza. El líquido es clave para mejorar la salud, educación e igualdad de género.
Por: Giselle Sartori
Oficial de Comunicaciones
Alianza por la solidaridad Regional Nariño