El ejercicio de equilibrio energético de Europa

En lo que respecta a la energía, Europa se enfrenta a un problema: necesita encontrar un equilibrio entre sus objetivos a corto plazo —dejar de consumir el petróleo y el gas rusos al tiempo que supera el invierno — y sus objetivos a largo plazo de cero emisiones netas en el marco del Pacto Verde Europeo. Además, debe asegurarse de que sus decisiones internas sean compatibles con sus compromisos exteriores. No tiene sentido aparentar que lograrlo vaya a ser fácil, barato o que no conlleve sacrificios; pero es posible, si nos implicamos de verdad en el ahorro energético, las fuentes de energía renovables y la solidaridad a escala interna y mundial.
Imperativo a corto plazo
El invierno llega todos los años, pero el que tenemos ante nosotros promete ser excepcional. Hay una verdadera incertidumbre acerca de si la UE tendrá suficiente gas (es decir, volumen) y si este será asequible (es decir, a qué precio estará). Si bien los precios del petróleo han bajado hasta situarse en los niveles del inicio de la guerra en Ucrania, los precios del gas superan cuatro veces el precio de finales de febrero y casi diez veces el precio de hace un año.
Sabemos el motivo. Aunque las subidas de los precios de la energía no comenzaron el 24 de febrero, al igual que con muchas otras cuestiones, la agresión de Rusia las ha empeorado con creces. Rusia está utilizando la energía como arma: ya ha cortado o reducido el suministro a 12 Estados miembros, y de este modo ha incumplido manifiestamente su contrato. La semana pasada redujo el suministro a través del Nord Stream 1 a tan solo el 20 % de su capacidad normal. Al crear escasez y nerviosismo en el mercado, Rusia se garantiza las mismas subidas de precios de las que se beneficia. Debemos prepararnos para todas las hipótesis, en particular una en la que Rusia corte el suministro por completo, en el momento de su elección.
“Ya hemos conseguido lidiar con una reducción global del porcentaje de las importaciones de gas ruso del 40 % a principios de año a alrededor del 20 % en la actualidad.”
Ya hemos conseguido lidiar con una reducción global del porcentaje de las importaciones de gas ruso del 40 % a principios de año a alrededor del 20 % en la actualidad, principalmente mediante la compra de más GNL, cuya parte en el consumo de gas se ha duplicado, pasando del 19 % al 37 %. También hemos avanzado en la compra de más gas de gasoducto procedente de Noruega, Argelia y Azerbaiyán. En julio, copresidí el Consejo de Cooperación UE-Azerbaiyán, en el que acogimos con satisfacción la reciente firma de un Memorando de Entendimiento sobre una asociación estratégica en el ámbito de la energía. Podemos esperar más avances de este impulso de diversificación a más largo plazo, pero la dura realidad es que para este invierno nos acercamos a los límites de la cantidad de gas adicional que podemos comprar a fuentes no rusas. Así pues, el grueso de nuestro esfuerzo deberá proceder del ahorro de energía, es decir, de la reducción de la demanda.
Una reducción del 15 % del consumo de gas de la UE
Los expertos de Bruegel, así como los de la Comisión, calculan que para gestionar una interrupción total del suministro ruso necesitaremos una reducción global del consumo de gas de la UE del 15 %. Por supuesto, existen variaciones significativas entre los países de la UE en cuanto a su exposición y vulnerabilidad a un posible corte ruso. El 26 de julio, el Consejo adoptó un importante conjunto de medidas al respecto. Su elemento central es el objetivo global de ahorro de gas del 15 %, pero también tendrá en cuenta las diferentes circunstancias y esfuerzos nacionales; por ejemplo, en qué medida existe una infraestructura que conecta a un país concreto con sus vecinos. Por ahora, se trata de un objetivo voluntario, pero si las circunstancias lo exigen, los Estados miembros pueden decidir hacer obligatorio el ahorro.
“En el fondo, la cuestión es cómo nos preparamos para un invierno riguroso y cómo nos organizamos para ser solidarios los unos con los otros, mediante la puesta en común de los riesgos y los recursos. Tenemos que desarrollar una verdadera Unión de la Energía.”
En el fondo, la cuestión es cómo nos preparamos para un invierno riguroso y cómo nos organizamos para ser solidarios los unos con los otros, mediante la puesta en común de los riesgos y los recursos. Para nosotros, los europeos, se trata de un debate conocido: pasamos por un proceso comparable al principio de la pandemia. En un primer momento, la tendencia fue que todos los países actuaran por su cuenta, pero después los países de la UE optaron, con razón y con éxito, por la adquisición conjunta de vacunas, lo que garantizó a todos los ciudadanos de la UE un acceso equitativo a las vacunas que salvan vidas.
Tras la anexión de Crimea por parte de Rusia, en la UE deberíamos haber desarrollado una verdadera Unión de la Energía, construida en torno a la diversificación más allá de las fuentes de energía de Rusia y a la inversión en la eficiencia energética y en fuentes de energía renovables de producción interna y respetuosas con el clima. Sin embargo, no lo hicimos. Esta vez todavía hay más en juego: no nos podemos permitir cometer el mismo error de nuevo.
Panorama mundial
A la par que en Europa pensamos sobre nuestros problemas energéticos actuales y nos centramos en el ahorro, debemos recordar que para la gran mayoría de la humanidad el reto es cómo conseguir más energía: Según la AIE, 600 millones de africanos carecen de acceso seguro a la electricidad. Las tendencias demográficas y económicas ponen de manifiesto que necesitamos una aceleración masiva de la eficiencia energética y de las fuentes de energía renovables para satisfacer la creciente demanda de energía en todo el mundo y evitar al mismo tiempo el cambio climático. De esto trata la diplomacia energética y climática de la UE desde hace muchos años: de forjar asociaciones a más largo plazo, con inversiones, tecnología y financiación. Un buen ejemplo de ello es nuestro prometedor trabajo para configurar las Asociaciones para una Transición Energética Justa, en primer lugar con Sudáfrica, y a continuación con otros países.
“A pesar de nuestra necesidad a corto plazo de combustibles fósiles para sustituir parcialmente el suministro procedente de Rusia, no estamos promoviendo en modo alguno un renacimiento mundial de los combustibles fósiles.”
A pesar de nuestra necesidad a corto plazo de combustibles fósiles para sustituir parcialmente el suministro procedente de Rusia, no estamos promoviendo en modo alguno un renacimiento mundial de los combustibles fósiles. En particular, debemos evitar agravar el problema de los denominados «activos varados» para los productores de combustibles fósiles. Por esta razón, también trabajamos con nuestros socios en la producción y el comercio de hidrógeno limpio. El hidrógeno limpio tiene un gran potencial para convertirse en una nueva fuente de energía importante, y algunas de las infraestructuras existentes, en particular los gasoductos, podrían reutilizarse. Esta es una de las prioridades de la asociación estratégica de la UE con la región del Golfo que adoptamos el pasado mes de mayo. También podría garantizarse una gran parte de las necesidades alternativas de gas de la UE simplemente con una mejor gestión de las instalaciones de producción y tránsito de petróleo y gas, donde la AIE calcula que se desperdician más de 50 millones de metros cúbicos de gas debido a fugas o a los procedimientos de combustión en antorcha y venteo. Este es aproximadamente el volumen que necesitamos para cubrir un posible corte del gas ruso. También generaría importantes beneficios climáticos.
La mejor energía es la que no necesitamos
Pero, sobre todo, sigue siendo cierto que la mejor energía es la que no necesitamos. Esta es la razón por la que el ahorro de energía y la mejora de la eficiencia energética deben adquirir la importancia que se merecen desde hace mucho tiempo. En la UE estamos realizando un serio esfuerzo de reducción de la demanda. La Comisión ha propuesto elevar el objetivo vinculante de eficiencia energética al 13 % de aquí a 2030, junto con medidas de ahorro adicionales en la industria, los edificios y otros ámbitos.
Hacerlo es necesario para superar el próximo invierno, pero también nos dará la autoridad necesaria para orientar la atención internacional y poner en marcha un movimiento mundial en materia de ahorro y eficiencia energéticas en el periodo previo a la Asamblea General de las Naciones Unidas y la CP27 en Sharm el Sheij. Como fuente de inspiración, podemos utilizar un verdadero éxito de la diplomacia climática de la UE: el Compromiso Mundial sobre el Metano. La UE lo propuso, Estados Unidos se asoció con nosotros y finalmente 110 países se adhirieron, lo que supone un 70 % de la economía mundial. Necesitamos una campaña parecida a escala mundial en torno a la eficiencia y el ahorro energéticos, y en los próximos meses me implicaré en ayudar a construir la coalición necesaria para ello.