República Dominicana: Intervención del Alto Representante/Vicepresidente Josep Borrell durante el Diálogo Político

27.03.2023
Santo Domingo
EEAS Press Team

¡Solo es auténtico el texto pronunciado!     

Muchísimas gracias, Canciller [de la República Dominicana, Roberto Álvarez Gil].  

Como puedes comprender - y seguro que todo el mundo comprende - es para mí mucho más agradable estar en República Dominicana que en Bruselas, por lo tanto, cualquier excusa será buena para seguir compartiendo con ustedes todo lo que tenemos que compartir.  

Y ahora este Diálogo Político, que es una cita a la qué honramos anualmente desde hace ya 14 años que este Diálogo Político tiene lugar, y que nos permite no solo analizar nuestra relación bilateral - que goza de buena salud - sino también compartir una visión sobre la región y sobre el ancho mundo.  

Ya he tenido el privilegio de conversar con usted, Canciller, y ahora aquí en presencia de los Estados miembros de la Unión Europea, creo que es una buena ocasión para seguir comentando donde estamos, que nos une, que problemas tenemos, conjuntos, o que problemas tienen ustedes - a cuya solución podamos contribuir. 

Es evidente que la República Dominicana es un polo de estabilidad en esta región. Acaba de ser anfitrión de la Cumbre Iberoamericana y nos complace mucho que asistan en julio en la gran cita entre Europa y América Latina [la Cumbre UE-CELAC]. 

Vamos a intentar abrir sin más prolegómenos protocolarios este Diálogo Político. A mí, me corresponde hacer una reflexión que tiene que ser breve, sobre nada más y nada menos que las perspectivas globales. Ser breve sobre las perspectivas globales, es una contradicción que voy a intentar superar. 

Como decíamos ayer, en el cierre de la conferencia, el mundo está cambiando aceleradamente - y nosotros deberíamos cambiar con él.  

La pandemia, primero, un gran distorsionador de los equilibrios mundiales.  

La competencia estratégica entre China y los Estados Unidos.  

La guerra de Rusia contra Ucrania y sus consecuencias.  

El auge de países y de regiones enteras que reclaman tener voz propia, que cuestionan el orden actual. No porque lo quieran destruir, sino simplemente porque no lo consideran justo. Y piden tener una voz que no sea el eco de uno de los dos bloques enfrentados.  

Y la emergencia climática, que cada vez es más emergencia y a la que cada vez menos atención se presta - en términos relativos a su gravedad.  

[Todos estos factores] están produciendo - como decíamos en el desayuno esta mañana - una multipolaridad desordenada e inestable. Los polos emergen, pero es curioso, cuántos más polos hay, menos multilateralismo hay; debería ser al revés. El multilateralismo pide multitud de lados, es decir multitudes de actores - llamamos les polos. 

Pero cuántos más [polos] hay, menos multilateralismo practicamos. 

La tendencia natural ante este horizonte es replegarse. Si yo tengo un oasis donde refugiarme, una muralla que levantar, un sitio donde esconderme, es la tendencia al repliegue; al repliegue comercial - empezando por eso - y al aumento de las capacidades militares, hechas inevitables para los europeos, enfrentados como estamos, a una guerra en nuestras fronteras. 

Por eso, yo digo muchas veces que a Europa ya no le sirve - o ya no le es bastante - el comercio - el dulce comercio [como] utilizan los franceses - y la prédica de los derechos humanos para jugar un papel en el mundo. Hay que seguir haciéndolo, pero tenemos que ser algo más.  

Tenemos que ser un poder con capacidades coercitivas. Sé que la palabra no es simpática, pero estamos embarcados en una dinámica que nos debería convertir en un polo geopolítico que vaya más allá de ser un defensor del derecho y del comercio utilizando el soft power.  

Sé que esas cosas provocan una cierta reacción porque [el] hard power se asimila al ‘poder militar’. El poder militar es una manifestación del hard power, pero no es la única. Hay otras muchas más maneras de hacer valer tus opiniones y tus posiciones. Es lo que llamamos utilizar el lenguaje del poder, y estamos aprendiendo a hacerlo porque si queremos existir la gran competición entre China y Estados Unidos, tenemos que tener una capacidad autónoma. No para ser equidistantes - nunca lo seremos - pero sí para defender nuestros intereses, que no siempre serán los mismos que los de Estados Unidos.  

Ustedes, los europeos, saben que Europa se ha hecho a golpe de crisis y que, como dijo, no sé si fue [Jean] Monet o [Robert] Schuman, pero “seremos la respuesta que demos a las crisis”. No seremos las crisis, sino la respuesta que demos a las crisis. La crisis nos viene de fuera, pero la respuesta es nuestra. A veces les damos buena respuesta y a veces no tan buenas. No dimos una buena respuesta a la crisis del euro en el 2008-2011, o tardamos en dársela. Ahora, sin embargo, hemos sido mucho más proactivos frente a la pandemia y frente a la guerra.  

Quiero insistir que no somos una unión militar, que no estamos en guerra con nadie, pero que hemos movilizado nuestros recursos económicos, militares y diplomáticos para ayudar a Ucrania y, a la vez, estamos intentando encontrar una solución política que detenga esta enorme tragedia, pero una solución política que se base en el derecho internacional y la integridad territorial de los Estados.  

Por eso, quiero agradecerle, ministro, la clara posición de su país, tanto en las Naciones Unidas como en todos los foros internacionales. Esta no es una guerra sobre una cuestión europea, sino que afecta no sólo a principios fundamentales del orden mundial, sino también al bienestar de muchos países en el mundo que se han visto golpeados - supongo que ustedes también - por la crisis energética y alimentaria. Probablemente no tanto como países africanos que han visto frente de ellos una situación insostenible de precios que les hace pedir que la guerra se acabe, porque no pueden soportar sus consecuencias.  

Estamos en ello. El mundo quiere la paz y los ucranianos también. Pero como decía ayer el presidente del Gobierno español [Pedro Sanchez], tiene que hacer una paz justa y sostenible.  

Gracias una vez más, porque ustedes han estado al lado del derecho internacional y de los valores que nos unen en la búsqueda de la convivencia pacífica y respetuosa. 

Sobre América Latina: la crisis no debe ser una invitación al aislamiento. Y mi mensaje, desde que estoy en el cargo, es que Europa y América Latina tienen que reforzar su relación para evitar el regreso a una política de bloques. Nosotros podemos contribuir a través de una relación que no es el fruto de un alineamiento geopolítico contra otro, sino simplemente buscando – simplemente es poco decir - el interés mutuo y la manera de afrontar conjuntamente la triple transición. 

En Europa, sólo hablamos de la doble transición: la [transición] energético-climática y la digital. Pero hay otra que es la [transición] social. Una transición hacia sociedades más igualitarias y teniendo en cuenta que la desigualdad se va a aumentar como consecuencia del esfuerzo para hacer frente al cambio climático y las consecuencias sociales de la digitalización.  

Ministro, América Latina creo que está subestimada, o subvalorada. Y eso no es una consideración peyorativa, as simplemente decir que el mundo, y en particular los europeos, no somos suficientemente conscientes de la importancia que tiene América Latina como actor económico global. Porque tienen ustedes - estoy hablando del continente – una reserva de minerales críticos porque son todos juntos, incluyendo el Caribe en particular, una gran reserva del medio ambiente, lo que tiene una juventud formada, y porque están teniendo unas tasas de crecimiento económico remarcables.

Por desgracia, todavía no ha recuperado la región la situación prepandemia, pero aquí en particular ustedes, desde el punto de vista macroeconómico, todos los indicadores están en verde. Nuestra relación comercial les ha permitido aumentar mucho sus exportaciones. Pero tenemos que contribuir, unos y otros, a que la digitalización y la lucha contra el cambio climático no sirva para crear más desigualdad - que bastante tenemos ya - sino, al contrario, para remendar una sociedad cada vez más convulsa.  

Y estamos viendo lo que pasa en algunos países europeos – hoy, en este momento. La convulsión social frente a reformas y quizá no somos suficientemente conscientes de cómo se reparte el coste de estas transiciones.  

Ya no estoy hablando de países ricos y países pobres. Estoy hablando de los pobres y los ricos en el interior de cada sociedad. Porque está claro que la contribución al cambio climático no es el mismo de unos y de otros. Ayer no quise utilizar cifras, pero la huella climática de América Latina es el 3% de todas las emisiones acumuladas. Ustedes son el 3% y Europa es el 33% [de las emisiones acumuladas].  

Y en el interior de nuestras sociedades, es seguro que, si lo miramos por deciles de renta, los deciles de altos de renta deben contribuir muchísimo más a la huella de carbono que el conjunto de la sociedad. Y eso nos obliga a una reflexión muy profunda sobre cuando decimos ‘transiciones justas’, ¿qué quiere decir esa palabra? y ¿cómo hacerla ir más allá de la retórica para aplicarla nuestras políticas?  

[Estoy] yendo a lo concreto - estoy yendo de lo más global a lo más local - el problema de Haití. Como es lógico, a ustedes les tiene que preocupar mucho, y nos preocupa a todos, pero no nos ocupamos [de ello] lo suficiente. 

Y todos los que conocen Haití, ustedes lo conocen mejor que nadie, saben que la fuerza que allí han adquirido las bandas criminales frente a un Estado con recursos limitados para asegurar seguridad, institucionalidad y el estado de derecho. El uno ya ha derrotado al otro, o sea el estado haitiano ha dejado de existir.  

Nosotros seguimos aportando recursos a la policía haitiana. Acabamos de hacer otra contribución, pero me pregunto si esto ya es suficiente. En el [año] 2022, la ayuda humanitaria por valor de 20 millones de euros a Haití. Ahora otra aportación a las epidemias de cólera, pero me temo que eso es poner vendas cada vez más pequeñas en términos relativos frente a una herida que crece y se ha convertido ya en gangrena. Ya no es una herida que se puede curar, ya es un cuerpo gangrenado.  

Y en esas circunstancias parece que la única solución sería llamar a la comunidad internacional a la búsqueda de una solución política que pasa por una intervención en materia de seguridad. Eso es lo que yo creo, pero no sé si la comunidad internacional tiene la voluntad y la capacidad de hacerlo.  

Eso es un tema a discutir en las Naciones Unidas. Haría falta el acuerdo de todo el mundo, empezando por el de China - en la medida en que Haití todavía está reconociendo a Taiwán, puede tener dificultades. Pero yo no le veo otra salida que una acción decidida por parte de la comunidad internacional. Ya sé que ya la hubo y fracasó, pero si no la se hace, Haití no va a salir solo de la situación en la que se encuentra. La inseguridad es parte ya de la vida cotidiana de los haitianos, ustedes lo saben mejor que yo: sus actividades socioeconómicas, los derechos humanos básicos, lo que es un mínimo de convivencia. 

Sé que hay un paso alentador de consenso nacional para una transición inclusiva y elecciones transparentes, pero me pregunto qué quiere decir la palabra ‘elecciones’ en el contexto socio político en el que vive Haití. Las elecciones requieren un mínimo de orden para poderse celebrar de forma significativa.  

Ustedes acogen a una comunidad exiliada de haitianos, que son entre los empresarios más prominentes del país, también entre los, más económicamente, en mejor posición.

Se está hablando mucho de sanciones a los responsables de la situación en Haití. Canadá presiona para que, aparte de las sanciones de las Naciones Unidas, establezcamos un cuadro propio de sanciones a los responsables de la situación allí. Podríamos hacerlo o podríamos utilizar nuestro cuadro ya existente de sanciones contra las violaciones de derechos humanos. Pero también hay que tener presente a quién afecta de verdad esas sanciones personalmente, porque podrían afectar incluso a prominentes figuras de la vida económica haitiana que se encuentran viviendo aquí, en República Dominicana, y que tienen activos importantes en este país que se podrían ver afectados.  

El uso del garrote tiene que ser medido cuidadosamente para saber sus consecuencias colaterales. 

Ministro, gracias. Creo que no debo extenderme más.  

Gracias. 

 

Enlace al video: https://audiovisual.ec.europa.eu/en/video/I-239230

Peter Stano
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