Editorial del Embajador Berizzi

Hace tres años ni sabía que existía el hidrógeno verde. En el liceo, las peores notas que tenía eran en química, así que me dieron escalofríos cuando unos colegas empezaron a explicarme que se trata de hidrógeno que se produce “mediante la electrólisis del agua utilizando electricidad procedente de fuentes renovables” y que no emite gases de efecto invernadero durante su producción. Me costó entenderlo, pero al final me quedó claro. Luego, me dijeron los expertos desde Bruselas que sería más apropiado referirnos de forma más amplia a ‘hidrógeno renovable’ y que la Unión Europea cuenta mucho con eso para el futuro. ¿Para qué? Para la descarbonización de sectores particulares, donde otras alternativas renovables podrían ser inviables o más caras. Por ejemplo, puede sustituir al hidrógeno de origen fósil para el transporte y los procesos industriales. Además, se puede utilizar para producir nuevos productos industriales, como fertilizantes verdes y acero.
Primero, tengo que recordar el rol que quiere jugar la Unión Europea en el mundo. Estamos en primera línea en la lucha contra el cambio climático. Tenemos políticas de ahorro energético desde hace décadas. Y con la guerra de agresión de Rusia a Ucrania nos dimos cuenta que no podíamos seguir teniendo una enorme dependencia de las importaciones de gas y combustibles fósiles rusos.
Esta dependencia nos forzó a diversificar nuestras fuentes de energía casi inmediatamente, sobre todo apostando por las energías renovables como el hidrógeno renovable. Nos ayudará a acelerar la transición hacia una energía limpia y ahorrar energía.
En los últimos años, hemos lanzado muchas iniciativas para ampliar el mercado del hidrógeno renovable: de la infraestructura a las subastas.
Hemos adaptado nuestras regulaciones europeas para proporcionar certeza a los inversores y desarrolladores de proyectos, a través de dos reglamentos vinculantes en junio 2023.
También lanzamos el Banco Europeo del Hidrógeno para generar seguridad de inversión y abrir nuevas oportunidades de negocio para la producción mundial y europea de hidrógeno. Es el instrumento financiero para generar cadenas de valores en el sector. El Banco hace subastas para financiar proyectos de hidrógeno renovable. La primera permitió financiar siete proyectos por un total de 720 millones de euro. El dinero vino de los ingresos del régimen de comercio de derechos de emisión que establecimos hace años.
Hemos establecido objetivos obligatorios para ciertos sectores, lo que impulsará la demanda.
Esto se suma a los esquemas de certificación para el hidrógeno renovable, porque es fundamental poder demostrar que el hidrógeno en cuestión es limpio, producido a partir de energías renovables.
Muy bien lo que hacemos en Europa, pero ¿qué tiene que ver con Uruguay? Pues imagínense que en el 2050 una buena parte de la energía europea será cubierta por el hidrógeno renovable. Los países de la UE lo van a producir, pero también necesitarán importar hidrógeno renovable de países terceros.
Uruguay está bien posicionado para candidatearse a ser uno de esos países teniendo unas precondiciones muy favorables para producir hidrógeno renovable.
Además, Uruguay, como otros futuros productores de hidrógeno renovable, tiene que saber qué hacer con el hidrógeno, donde y a quien a venderlo. Las cadenas de producción, la distribución y el desarrollo del mercado para este producto están en plena evolución. La UE lo tiene bastante claro: va a necesitar de electrocombustibles.
Este tipo de carburante puede representar una innovación energética disruptiva si logra ser más barato que los combustibles de petróleo y si las materias primas químicas producidas por electrosíntesis pueden ser más baratas que las refinadas a partir del petróleo crudo. Uruguay puede llegar a producir para abastecer con estos combustibles a los barcos de origen europeo que recalen en sus puertos.
Europa, uno de los mayores importadores de energía del mundo, tiene un interés estratégico en desarrollar un comercio mundial de hidrógeno y combustibles renovables.
El hidrógeno importado y los combustibles electrónicos a precios accesibles ayudarán a la competitividad de Europa y a la industria europea a alcanzar sus objetivos de descarbonización, en particular en el transporte y la producción de acero.
Esto crea una gran complementariedad con los países socios con un fuerte potencial de energías renovables e interesados en crear corredores comerciales, como Uruguay.
América Latina, y en particular Uruguay, es un aliado estratégico y un socio clave en este esfuerzo. Está a punto de convertirse en un productor verde líder de hidrógeno y sus derivados, como e-combustibles, e-metanol y amoníaco.
Tiene muchos de los atributos que incluyen calidad, energía eólica y solar abundante y complementaria, infraestructura eléctrica avanzada y un buen suministro de agua dulce, entre otros.
Tiene un sistema jurídico sólido, un entorno político estable y elabora sus políticas de energía en estrecha consulta ciudadana.
Uruguay abrió un llamado para desarrollar proyectos de hidrógeno a través de un fondo ad hoc. Hay proyectos planificados y en curso para producir e-gasolina y e-metano a partir de CO2 generado a partir de procesos industriales, como el procesamiento de cereales y azúcar, utilizando electricidad renovable. Vemos muchas empresas europeas implicadas o interesadas en esos proyectos.
Nos parece que en Uruguay hay condiciones ideales para una producción competitiva, para uso doméstico y para la exportación a Europa o al resto del mundo. El país está listo para entregar una producción de hidrógeno que combine electricidad verde de bajo costo, fácil acceso al abastecimiento de materias primas como CO2 biogénico y agua, así como la proximidad a la infraestructura de transporte, como ferrocarriles y puertos. Por eso, en 2023, firmamos con Uruguay un Memorándum de Entendimiento sobre energías renovables, hidrógeno verde y eficiencia energética.
Es obvio que éste va a ser el eje central de nuestras actividades de cooperación con Uruguay en los próximos años, en el marco de nuestra estrategia “Global Gateway”, para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible a nivel global, gracias a los fondos existentes y a lo que podrá financiar el Banco Europeo de Inversiones, autorizado desde septiembre pasado a operar en Uruguay.
En un mundo marcado por una inestabilidad geopolítica cada vez mayor, es más importante que nunca trabajar juntos para crear un entorno económico sostenible que sea mejor para las personas y el planeta. Uruguay puede ser un socio clave de la Unión Europea en este sector.