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¿Cómo pueden la UE y el Reino Unido cooperar mejor en materia de política exterior después del Brexit?

30/01/2021— Blog del AR/VP  — El 1 de enero de 2021 el Brexit entró plenamente en vigor y el Reino Unido se convirtió en un «tercer país». Aunque el debate público se haya centrado en las consecuencias económicas, tenemos también que decidir cómo pueden cooperar la UE y el Reino Unido en la política exterior y de seguridad. El 25 de enero, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE abordaron esta cuestión y presentaron sus orientaciones, con la unidad y los intereses de la UE como principios rectores.

 

 

El Reino Unido ya había abandonado la UE el 1 de febrero de 2020 y, de hecho, la situación no había cambiado demasiado durante la denominada «fase de transición». Hemos mantenido intensas negociaciones, con tintes a veces dramáticos, que desembocaron finalmente, en vísperas de Navidad, en el llamado Acuerdo de Comercio y Cooperación, que constituye ahora la base de las relaciones entre la UE y el Reino Unido, a la espera de su ratificación por los Estados miembros y el Parlamento Europeo.

Desde el 1 de enero, no pasa un día sin que aparezca una noticia en los medios sobre el alcance de este acuerdo, para los importadores y exportadores, para los pescadores, estudiantes y, de hecho, para cualquier persona de la UE que tenga alguna relación con el Reino Unido y viceversa. El Brexit está afectando, inevitablemente, a los profundos vínculos que existen entre nosotros a todos los niveles, y aunque sean sus aspectos económicos los que tienden a dominar el debate, hay otras cuestiones clave: ¿cómo van a cooperar la UE y el Reino Unido en materia de política exterior y de seguridad? o ¿qué podemos hacer juntos en un mundo tan convulso? Obviamente, este tipo de cooperación no se construye por sí sola, ni es tarea fácil, por eso me complace debatir con los ministros de Asuntos Exteriores de la UE sobre la mejor manera de abordar esta nueva fase.

 

«Con el Brexit no se facilita nada y se complican muchas cosas. El grado de complicación dependerá de las decisiones que tomen ambas partes.»

 

Es evidente que el Reino Unido ha perdido el «efecto multiplicador» de su pertenencia a la UE y que se enfrenta a una menor presencia internacional. La UE, por su parte, ha perdido los activos del Reino Unido: su puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; sus capacidades de seguridad y defensa, su perspectiva global y su peso diplomático. Con el Brexit no se facilita nada y se complican muchas cosas. El grado de complicación dependerá de las decisiones que tomen ambas partes.

Lamentablemente, el Reino Unido decidió renunciar a un marco estructurado y jurídicamente vinculante de cooperación en materia de política exterior y de seguridad, como había propuesto la UE. Sin embargo, no partimos de cero, ya que el Acuerdo de Comercio y Cooperación contiene disposiciones sobre derechos humanos, cambio climático, desarme y no proliferación, lucha contra el terrorismo y ciberseguridad. Estos elementos nos proporcionan una base para buscar vías de diálogo y cooperar con el Reino Unido en estos ámbitos.

En lo que se refiere a las sanciones, operaciones y capacidades de gestión de crisis, posiciones en foros multilaterales, financiación de ayudas o protección consular y otros temas, ambas partes deben poder trabajar juntas, ya que están en juego los intereses mutuos. De hecho, durante la fase de transición cooperamos muy positivamente, de manera puntual, sobre la pandemia y sus consecuencias. Así pues, en los casos en que sea necesario, estoy convencido de que encontraremos la manera de seguir cooperando.

Desde el punto de vista político, el actual gobierno del Reino Unido está decidido a que el Brexit sea un éxito para actuar bajo el lema de «Global Britain». A finales de este año, una revisión integrada de su política de seguridad, defensa, desarrollo y política exterior debería dar contenido a esta frase y detallar cómo se vinculan los medios y los fines. Es de esperar que el Reino Unido haga valer preferentemente su representación en organizaciones y plataformas clave, como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el G-7 (que preside este año), el G-20, la OTAN, el grupo de cooperación sobre inteligencia «Cinco Ojos», así como la presidencia de la Cumbre sobre el Clima COP26. Por lo que se refiere a sus relaciones con Europa, querrá seguramente mantener estrechos vínculos con los socios europeos, pero puede que opte por canales bilaterales o «minilaterales» para avanzar en determinados planteamientos específicos según los temas.

 

«El Reino Unido será un aliado clave un socio estratégico en la escena mundial, pero en algunos ámbitos será también un competidor».

 

En lo esencial, contamos con que el Reino Unido siga compartiendo nuestros principales intereses y valores; por ejemplo, a nivel macroeconómico para promover un «orden mundial basado en normas» y proteger a las sociedades abiertas y democráticas, pero también en ámbitos políticos concretos como el clima, el desarrollo y muchos asuntos de interés regional. Es posible que, en algunos temas específicos, el Reino Unido prefiera ir por su cuenta, aportando su propia visión. Tendremos que gestionar esta divergencia de manera pragmática. En resumen, el Reino Unido será un aliado clave y un socio estratégico en la escena mundial, pero en algunos casos será también un claro competidor.

¿Adónde vamos ahora?

En el Consejo de Asuntos Exteriores del pasado lunes se dio un amplio apoyo a un enfoque constructivo y prudente, con los intereses y la unidad de la UE como principios rectores. La defensa de esta unidad fue un logro clave durante las negociaciones encabezadas por Michel Barnier. En los próximos años esto requerirá también disciplina por parte de los Estados miembros cuando el Reino Unido se acerque a ellos, como previsiblemente hará.

En aras de la legitimidad y el éxito de la política exterior de la UE, debe protegerse la autonomía del sistema de toma de decisiones de la Unión. Todos los Ministros del Consejo de Asuntos Exteriores suscribieron esta opinión, advirtieron contra las «opciones a la carta» y señalaron los riesgos de la «bilateralización» de las relaciones.

Es comprensible que los Estados miembros se reúnan en diferentes configuraciones y subgrupos informales para facilitar la convergencia de posiciones. Pero las reuniones de grupos más pequeños han de gestionarse con cuidado, especialmente cuando impliquen a los países más potentes (como el grupo E3 o los Quints and Quads). Los ministros acordaron que la UE debería, sobre la base de la unidad, buscar sinergias cada vez que los objetivos de la UE y del Reino Unido converjan.

 

«No podemos aceptar la reciente decisión del Reino Unido de no conceder al embajador de la UE en Londres el estatuto diplomático. Va en contra de las declaraciones del Reino Unido sobre la búsqueda de una relación entre “iguales y soberanos”».

 

También coincidimos en que el respeto mutuo es esencial para el desarrollo constructivo de las relaciones. Por eso no podemos aceptar la reciente decisión del Reino Unido de no conceder al embajador de la UE en Londres el estatuto diplomático. Va en contra de las declaraciones del Reino Unido sobre la búsqueda de una relación entre «iguales y soberanos». Además, el propio Reino Unido apoyó, cuando era miembro de la UE, que las delegaciones de la UE tuvieran un estatuto diplomático pleno. Por lo tanto, no pedimos nada nuevo ni un trato especial. De hecho, otros 143 países en los que la UE tiene una delegación no comparten la posición del Reino Unido.

Por estas razones, he señalado a la prensa que consideramos esta decisión, la primera señal de que el Reino Unido nos ha enviado después de abandonar la UE, como una señal no amistosa. Como ha declarado también mi colega Maros Sefcovic, esperamos que el Reino Unido confirme lo antes posible que concederá a nuestros diplomáticos en Londres el estatuto que necesitan para desempeñar su trabajo. Así podremos centrar nuestras energías combinadas no en las cuestiones de procedimiento, sino en la definición de una colaboración sustancial sobre los apremiantes problemas globales.

En las próximas semanas y meses haré todo lo posible por desarrollar una asociación constructiva entre la UE y el Reino Unido en materia de política exterior y de seguridad, teniendo presente la unidad de la UE y la preservación de sus intereses.

Sigo convencido de que, en las grandes cuestiones, deberíamos actuar al unísono: proteger la seguridad europea y mundial, defender las sociedades abiertas y hacer frente a la crisis climática. En la UE estamos dispuestos a hacer lo que nos corresponde y contamos con el tradicional y bien ponderado pragmatismo británico para seguir desarrollando esta colaboración global.

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