America Latina, el Caribe y Europa: Recalibrar nuestra asociacion estrategica – discurso de inauguración del seminario del Alto Representante/vicepresidente Josep Borrell

29.04.2023 EEAS Press Team

Excelentísima señora Vicepresidenta, Doña Francia Márquez.

Queridos Leire y Adrián, de la Fundación EULAC.

Querida Secretaria de Estado, que nos acoge en esta casa de la Cooperación Española cooperación en el sentido más amplio y noble de la palabra que ha reclamado la señora Vicepresidenta.

Gracias a la Agencia de Cooperación Internacional por acogernos en este Centro de Formación y a todos los que han acudido a nuestro llamado con un objetivo modesto y a la vez trascendente, que es reflexionar juntos sobre de qué manera podemos cooperar mejor desde una relación de iguales y desde, como solemos decir, valores compartidos.

Señora Vicepresidenta, yo tengo que hacer lo que se llama el keynote speaker, es decir enmarcar el debate y lanzar pelotas a la cancha para que los demás golpeen el balón. Y voy a intentar también hacer algún comentario a sus palabras, esto tiene que ser un diálogo, vamos a dejar la formalidad diplomática de lado pues estamos aquí para hablarnos y rebotar ideas entre nosotros. Y tenemos el privilegio de poderlo hacer, de reflexionar, de escuchar y aprender juntos, nosotros los europeos escuchando a las voces latinoamericanas y caribeñas que nos acompañan.

Gracias por venir, y gracias por tener la oportunidad de hacerlo en esta ciudad maravillosa, Cartagena, patrimonio histórico y cultural de la humanidad, por cuyas calles se puede encontrar uno con la sombra -o al menos el recuerdo- de Gabriel García Márquez, porque  ¿Quién no ha leído ‘El amor en los tiempos del cólera’? o ¿Quién no se ha inspirado en ‘Del amor y otros demonios’, que andan pululando por las noches cartageneras?

El Caribe, señora Vicepresidenta, es una de las regiones del mundo que ilustran mejor la maravilla de la Tierra y a la vez su vulnerabilidad. América Latina es responsable sólo del 3 % de las emisiones históricamente acumuladas de CO2. Es decir, si todo el mundo se hubiera comportado como América Latina no tendríamos ningún problema. Y, sin embargo, es una de las regiones más vulnerables por las circunstancias geográficas que son incambiables. El Caribe es como es, sin embargo va a ser allí donde se van a concentrar buena parte de las consecuencias de esta amenaza global.

Señora Vicepresidenta, es usted una voz poderosa de la megadiversidad de este país y de esa llamada Colombia olvidada, y usted defiende mejor que yo la necesidad de prestarle mayor atención política. Mi voz no puede competir con la suya en este terreno.

Pero sí debo decir que desde nuestra responsabilidad política trabajamos con el presidente pro témpore de CELAC, el camarada Presidente de San Vicente y las Granadinas, para preparar un encuentro en Bruselas en julio, que será el primero después de 8 años. Y deberíamos echar un poco la vista atrás y preguntar: ¿Qué nos ha pasado en este tiempo? Porque hasta el 2010, que fue una presidencia española de la Unión Europea, las relaciones entre América Latina y el Caribe y Europa estaban bien, pero desde el 2010 entraron en una fase declinante. ¿Por qué?

Bueno, hasta el 2010 Europa había puesto mucho el foco en América Latina. Quizá no se sepa, pero en la formación de capital, que es fundamental para el desarrollo, los europeos hemos invertido en América Latina más que en China, más que en Japón, más que en India y más que en Rusia juntos. Cada vez que lo digo alguien me dice: “debe haber un error en sus estadísticas, porque eso no es creíble”. Les parece mucho, sin embargo, es cierto.

Hasta el 2010, el flujo de inversión y de presencia económica y financiera fue enorme. Desde el 2010, en cambio, plegamos velas, y ¿por qué? Pues porque aparecieron nuevos retos geopolíticos. Porque aparecieron nuevos problemas internos en Europa, porque la crisis económica del 2008 nos debilitó mucho a los europeos, porque desde África llegaron problemas que nos desestabilizaron, porque tuvimos crisis migratorias, porque tuvimos el Brexit, porque en algunos países, como en España, hubo crisis políticas e institucionales fuertes.

Todo eso hizo que América Latina -no diré que se sumiera en el olvido-, pero no pasó a ser lo que había sido. La fragmentación latinoamericana también ayudó a eso. Y apareció China: China, que entre el año 2000 y el 2020 ha multiplicado casi por 30 su inversión en América Latina, y es hoy el primero o el segundo socio comercial de todos los países latinoamericanos. Pero cuando se habla de intercambio desigual, no miren sólo a los viejos países coloniales, miren también a China. China ha desplegado una estrategia muy activa en la región, ellos han hecho cumbres mucho más que nosotros, la última fue en el 2018, y ha conseguido que 21 de los 23 países de América Latina se incorporen a su programa de la Ruta de la Seda.

Por lo tanto, el mundo ha cambiado. Y en este cambio, nuestras relaciones también han cambiado. Cuando hablamos de relación transatlántica, todo el mundo piensa en la relación transatlántica norte, es decir, con Estados Unidos. Pero el Atlántico tiene también una zona sur. Y hay otra relación transatlántica, o debiera haber otra relación transatlántica, que es la que nos une. Y que nos unió en el pasado y que ahora plantea oportunidades nuevas.

Para mí hay una cosa que está muy clara: que la economía mundial de este siglo no se podrá construir sin América Latina. Sus recursos naturales son una enorme ventana de oportunidad, especialmente cuando vemos cómo se transforma la matriz tecnológica y energética: la Cordillera Andina puede ser lo que fue el Golfo Pérsico en el siglo pasado. El continente posee tal cantidad de commodities imprescindibles para la transformación energética, que sin él no se podrán construir economías verdes y sostenibles.

Es la región que más biodiversidad tiene del mundo. El 60% de la vida, de la vida terrestre, está aquí, y la cantidad de especies marinas y de agua dulce están en América Latina y el Caribe. El potencial de energías renovables y eólica, solar, hidroeléctrica, hidrógeno, 30% de toda el agua dulce del mundo, horas de sol, capacidad para generar toda clase de energías alternativas, el 80 % de las reservas de litio. Aunque para ser francos, nadie sabe cuánto litio hay en el mundo, nadie lo sabe. Vicepresidenta, cuando yo acabé mis estudios, en el año 70, me dijeron que había petróleo en el mundo sólo para 20 años, que después se iba a acabar, o sea, que cuando le decimos cuánto litio hay, no lo sabemos muy bien, lo que sí sabemos es que hay mucho aquí. Y eso va a atraer inversión y les va a dar a ustedes nuevas oportunidades sobre una relación que tiene que ser más equilibrada de lo que lo ha sido, en el futuro.

Pero miren, solo latinoamericanos que han nacido fuera de Europa, hay cinco millones. Sin contar los que descienden de latinoamericanos y han nacido ya en Europa, pero que nacieron fuera y vinieron, son cinco millones, y 30 millones en Estados Unidos. Y solo 30.000 en China, lo cual quiere decir que los lazos humanos culturales, lingüísticos, son radicalmente distintos. Y eso es una realidad forjada por la historia que tenemos que aprovechar, porque nos permite una base para trabajar juntos mucho mayor que la que puede haber con otras partes del mundo y eso es un hecho indiscutible, innegable, positivo,  que hemos de aprovechar.

En un mundo que no sabemos muy bien cómo va a ser: ¿Va a embarcarse en una nueva guerra fría en un mundo bipolar?¿O va a ser un mundo multipolar con multitud de polos que pueden generar un contexto más o menos armónico o más o menos conflictivo? La verdad es que no lo sabemos, pero sí sabemos lo que queremos: nosotros no queremos un mundo dividido en bloques, no queremos una nueva confrontación, pero tampoco queremos una multipolaridad desordenada que puede generar muchos conflictos, no los grandes conflictos planetarios, pero sí multitud de conflictos regionales y pueden hacer que muchos países no consigan enlazar con el desarrollo, como ocurre desgraciadamente en lo que se llama el Sur Global.

Ese mundo multipolar, del cual Europa pretende ser un polo -déjenme que ya desvele nuestra ambición- tiene en este momento que enfrentarse a una guerra de agresión de un país poderoso contra su vecino. Y yo comprendo que Colombia no quiera participar ni comprometerse. Nadie le pide que lo haga, de guerras tienen bastantes con las suyas, que duran mucho tiempo ya. Nadie pide a América Latina que se comprometa con esa guerra, simplemente pedimos que se comprometa con la Carta de las Naciones Unidas, que ha sido violada por un país que es miembro del Consejo de Seguridad. Y esa violación ha sido condenada por 141 Estados miembros de las Naciones Unidas, entre ellos Colombia, y entre ellos 25 de los 33 países de América Latina y el Caribe. Luego América Latina y el Caribe ha estado donde había que estar: defendiendo algo tan elemental como la Carta de las Naciones Unidas y el respeto a la integridad territorial de los países: 25 de 33 países, entre ellos Colombia, han condenado esta agresión, pero no por estar del lado europeo, sino por estar del lado del Derecho Internacional, en definitiva, de los valores que permiten construir una convivencia pacífica y respetuosa. Y creo que en todas partes hay que decir lo mismo: los Estados tienen derecho a definir su futuro, Ucrania también. Ucrania también. Tienen derecho a asegurar sus fronteras, Ucrania también. Tienen derecho a defender su soberanía, Ucrania también. Y por eso apoyamos a un país agredido, por eso no pedimos a nadie que tome nuestro lado, pero sí que entiendan las causas y las consecuencias de esta guerra.

Las consecuencias han afectado a todo el mundo, a todo el mundo, desgraciadamente, por la guerra misma. Por la guerra misma, porque la guerra ha cortocircuitado los flujos energéticos y de alimentos. Ucrania produce más de 30 millones de toneladas de alimentos, y si usted bloquea la salida de estos alimentos, acaba utilizando el hambre como arma de guerra.

Hemos armado a Ucrania, sí. No somos una unión militar, pero hemos de movilizar nuestros recursos, mientras encontramos una solución que detenga esta guerra y estoy seguro que, usted lo ha dicho: quieren la paz. Me va a permitir: yo también. Y, sobre todo, quien la quiere de verdad, Vicepresidenta, son los ucranianos, que están siendo bombardeados todos los días y qué más querrían ellos que esto se acabara cuanto antes, pero no de cualquier manera. Cuanto antes, pero no de cualquier manera.

No queremos la paz de los vencidos. Tenemos que apoyar una paz justa, que no cronifique conflictos y que se base sobre el respeto al Derecho internacional. No podemos olvidar Georgia en el 2008, ni Crimea en el 2014, o Chechenia, en el 99. Por eso se ha hablado de colonialismo: esta es una guerra neocolonial, esta es una guerra imperial. Es una guerra de conquista. Y por eso hemos de defender el multilateralismo práctico. Esta mañana lo he discutido con el Presidente Petro, y he tratado de llevar a su ánimo que nuestras sanciones no afectan ni a los alimentos ni a los fertilizantes, pero que por supuesto que hemos dejado de comprar gas ruso, por supuesto que hemos dejado de comprar petróleo ruso. No queremos alimentar la máquina de guerra rusa. Por supuesto que hemos dejado de vender semiconductores con los que se fabrican tanques y aviones, que no queremos que su máquina de guerra se desarrolle, que nos parece que eso es una actitud razonable y consecuente, que tiene que ser tomada en consideración en ese nuevo contexto geopolítico en el cual una gran potencia que tiene la ambición de serlo y tiene el derecho a serlo, que es China, tiene en América Latina, un papel muy importante, pero quizás no tan importante como se dice.

Creo que China está sobrevalorada en América Latina. Si ustedes miran la relación entre América Latina y China, verán que China les compra sobre todo materiales y materias primas: el 70 % de sus exportaciones de materiales y productos primarios van a China, y les vende productos industriales de un contenido tecnológico medio. En cambio, sus exportaciones con contenido tecnológico van fundamentalmente a Europa y a Estados Unidos. Y si es verdad eso que dicen: “dime qué exportas y te diré cómo vas a crecer”, entonces el modelo de crecimiento de América Latina está más orientado hacia Europa, hacia Estados Unidos que hacia China.

Es cierto que China se ha convertido en su principal cliente y es lógico que lo sea, pero su ritmo de inversión sigue siendo muy escaso y el importe de sus inversiones acumuladas en toda América Latina no llega al 5 %, y eso no son unas grandes bases como para que sea la potencia dominante. Al contrario, creo que todavía la relación económica con el Atlántico Norte de los dos lados, el americano y europeo, va a ser fundamental para América Latina, fundamental. Pero de eso tenemos que discutir, porque esa relación tiene que hacerse en términos que, por una parte, fomenten su desarrollo industrial, para que no sean solamente estados extractivos, y al mismo tiempo compartamos el esfuerzo por defender y proteger el medio ambiente, y esa será la gran discusión en torno al Mercosur. Esa será la gran discusión.

El Mercosur tiene que seguir un acuerdo mucho más que comercial. Es un acuerdo con una dimensión estratégica. Mercosur es la parte, es una de las economías más cerradas del mundo, que no tiene prácticamente acuerdos comerciales con nadie. Si lo tuviera con la Unión Europea, lo integraríamos en los circuitos económicos internacionales. Pero para eso, hemos de estar seguros, que eso se hace de una manera que redunde en beneficio no sólo de cada una de las partes, sino que no ponga en peligro los equilibrios ecológicos, y signifique un acuerdo al servicio, el mantenimiento, de la riqueza natural de América Latina. De todo eso hemos de discutir mucho, porque hay cosas que no están claras y las opiniones públicas de ambos lados del Atlántico Sur no lo ven de igual manera. Créanme, no es que la opinión pública europea esté pidiendo el acuerdo con Mercosur, al contrario, hay mucha reticencia al respecto. Y detrás de esas reticencias ambientales también se esconden tentaciones proteccionistas. Y hemos de separar el trigo de la paja, y hemos de ver lo que se justifica por razones ambientales dignas de apoyo y lo que en el fondo esconde una tentación proteccionista de decir: “no, usted es más competitivo que yo en algunas cosas y le quiero cerrar mis mercados”.

Y por eso, señora Vicepresidenta, hemos convocado este encuentro y convocaremos otros. Porque la oportunidad que nos ofrece esta nueva cumbre, y la Presidencia española, es grande, y habrá que juzgar si la hemos aprovechado o no, no por lo que ocurra durante la Presidencia española, sino por lo que ocurra después. Si después hemos puesto a América Latina en órbita, o ha sido el momento cálido de un país que tiene con América Latina más relaciones, más afectos, más vínculos humanos que otros países de la Unión que en ese momento están absorbidos por una guerra en sus fronteras.

Hemos de trabajar juntos para revisar y modernizar la arquitectura financiera y de seguridad internacional. Hemos de mejorar la representación del poder en el mundo, porque el mundo de hoy no es el de 1945. Hemos de otorgar en las instituciones internacionales un mayor peso a países y regiones del mundo que están ciertamente subrepresentados, y América Latina es un ejemplo, pero también todos los sudeste asiático y ¿por qué no? África. Hemos de procurar que los flujos migratorios inevitables y que el cambio climático va a acelerar, nos guste o no, sean tratados con el respeto y la dignidad que merecen las personas que tienen que irse, no porque lo deseen, sino porque no pueden construir en la tierra que les vio nacer el futuro que desean para ellos y sus hijos.

Hay que reducir las desigualdades. Y América Latina es el continente más desigual del mundo, pero también nosotros tenemos en Europa desigualdades que a veces no percibimos, pero tenemos niveles de pobreza que no son perceptibles a la vista y, sin embargo, son importantes, no tanto como en América Latina que tiene a 1 de cada 3 latinoamericanos en la pobreza, pero también nosotros tenemos asignaturas pendientes en este terreno.

Hay que modernizar y estrechar lazos, no crear nuevas dependencias. Nos hemos librado de la dependencia del gas ruso. Importábamos el 40 % del gas de Rusia y Putin estaba convencido de que no le plantearíamos batalla o cara, porque nuestra dependencia era tan grande que no podríamos hacerlo y, sin embargo, en pocos meses hemos sido capaces de sustituir esa fuente energética por otra, pero no podemos cambiar una dependencia por otra. Hemos de reafirmar los compromisos de trabajar juntos por la paz y hoy, esta mañana, se lo he dicho al Presidente Petro: les hemos acompañado durante muchos años en la construcción de una paz inacabada, incompleta, y nos gustaría poder seguir haciéndolo de cara al futuro.

¿Hemos abandonado ya las tentaciones hegemónicas de los viejos países europeos que marcaron en el mundo con sus imperios coloniales?: sin duda. Hay muchísimo por hacer, señora Vicepresidenta, hay muchísimo por hacer. Pero los europeos no somos responsables de que ustedes tengan una presión fiscal del 20 % del PIB, cuando nosotros la tenemos del 35, del 40. Hay problemas que son suyos y que sólo ustedes pueden resolver. Y con una presión fiscal del 20% del PIB, un estado no tiene capacidad de combatir la desigualdad. En Europa hemos hecho revoluciones pacíficas que consisten en sacar el dinero del bolsillo del que más tiene, para ponerlo en quien necesita una pensión, un hospital o una escuela.

Y ese es también un camino que ustedes tienen que seguir, porque es a la vez la región más desigual y la región con los ingresos públicos más bajos de todo el mundo, y eso no es herencia colonial: eso es el resultado del desarrollo de las jóvenes repúblicas que nacieron de la Independencia, que no han superado la estructura de clase que recibieron como herencia. Y en eso también podemos serles de utilidad, porque nosotros hemos tenido que luchar también para construir instrumentos que nos permitan construir igualdad. Y los impuestos son el mejor instrumento para construir igualdad.

Y por eso creo que este encuentro debe servir para, francamente, discutir de qué manera podemos cooperar, dónde están los puntos débiles de nuestra relación, los irritantes y las oportunidades. Y a eso les invito, y por eso hemos venido a Cartagena. Y por eso le agradezco mucho, señora Vicepresidenta, que nos haya inaugurado este encuentro, que tiene que preparar el camino para una relación más sólida, más justa, más equilibrada. Una alianza, porque las alianzas para ser alianzas de verdad, necesitan equilibrio entre las partes. Si no hay equilibrio entre las partes, no son alianzas, son dependencias, y no pretendemos construir nuevas dependencias, sino al contrario, superar las que la historia nos legó, para hacer de este mundo un lugar más habitable para todos. Muchas gracias.

Nabila Massrali
Spokesperson for Foreign Affairs and Security Policy
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Peter Stano
Lead Spokesperson for Foreign Affairs and Security Policy
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