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Aprovechemos esta nueva etapa de las relaciones entre la UE y EE.UU.

09/11/2020 - Blog del AR/VP - La victoria de Joe Biden como presidente electo ha sido muy bien acogida en Europa. Ahora tenemos que aprovechar las oportunidades que nos ofrece para reconstruir la cooperación entre la UE y los EE.UU. Con un nuevo liderazgo estadounidense favorable a reanudar la colaboración, la UE debería prepararse para intensificar su contribución. El mundo necesita unos Estados Unidos dispuestos a escuchar y una Europa capaz de actuar.

«Con un nuevo liderazgo estadounidense favorable a reanudar la colaboración, la UE debería prepararse para intensificar sus contribuciones»

Las emotivas imágenes de la celebración en Estados Unidos han marcado la victoria electoral de Joe Biden y Kamala Harris. Y no nos sorprende, porque no se trataba de unas «elecciones normales». Era mucho lo que estaba en juego para el país, su papel y su posición en el mundo, e incluso para el destino de la política democrática en todo el mundo. Durante cuatro días la gente contuvo el aliento, pues el recuento de votos indicaba una carrera muy apretada. Al igual que muchos millones de personas en todo el mundo estuve pendiente de las noticias, hora tras hora.

A pesar de los enormes retos sociales y las divisiones internas, una de las mayores cualidades de los Estados Unidos ha sido su capacidad de renovación democrática. Y eso es precisamente lo que hemos visto esta semana pasada: el sistema ha funcionado.

Esto nos dice algo sobre el papel único de los Estados Unidos. Es un país muy poderoso, pero encarna también una narrativa poderosa: una república democrática fundada por inmigrantes que huyen de la persecución y por quienes buscan una vida mejor. A pesar de los enormes retos sociales y las divisiones internas, una de las mayores cualidades de América ha sido su capacidad de renovación democrática. Y eso es precisamente lo que hemos visto esta semana pasada: el sistema ha funcionado.

Es una práctica diplomática habitual evitar las manifestaciones de preferencia política. Sin embargo, según las encuestas de opinión, muchos europeos se alegran de que la mayoría de los estadounidenses hayan votado a favor del cambio. No es un secreto que los últimos cuatro años han sido complicados en las relaciones entre la UE y los Estados Unidos. Numerosos han sido los desacuerdos políticos, e incluso vimos cómo algunos de los principios que considerábamos la piedra angular de la asociación transatlántica se erosionaban y, a veces, incluso se vaciaban de contenido.

El presidente electo Biden ha manifestado claramente su compromiso de restablecer la unidad y el respeto de las normas e instituciones democráticas, tanto dentro como fuera del país. Es una muy buena noticia, como lo es su garantía de trabajar con sus aliados sobre la base de una verdadera asociación.

El presidente electo Biden ha manifestado claramente su compromiso de restablecer la unidad y el respeto de las normas e instituciones democráticas, tanto dentro como fuera de su país. Es una muy buena noticia, como lo es su garantía de trabajar con sus aliados sobre la base de una verdadera asociación. Para la UE los EE.UU. son nuestro aliado y socio más importante, y estamos convencidos de que lo mismo ocurre en sentido inverso. Tenemos una larga historia de trabajo en común sobre nuestros valores compartidos. Por ello acogemos con satisfacción la oportunidad de volver a trabajar con un presidente de los Estados Unidos que no nos considera un «enemigo», ni cree que la UE haya sido «creada para aprovecharse de los Estados Unidos».

Estamos dispuestos a hacer lo que nos corresponda para mejorar la cooperación. Para restablecer la cooperación entre la UE y los Estados Unidos tenemos que poner en marcha el «motor». Más concretamente, tenemos que volver a un diálogo real, volver a comprometernos a formular estrategias conjuntas siempre que sea posible y estar dispuestos a invertir recursos en ellas.

Lo que debemos evitar es un debate estéril, basado en una elección falsa: ya sea «transatlántica» o «europea». Para mí, invertir en una Europa fuerte y capaz significa invertir también en una asociación transatlántica revitalizada.

Lo que debemos evitar es un debate estéril, basado en una elección falsa, ya sea «transatlántica» o «europea». Para mí, invertir en una Europa fuerte y capaz significa invertir también en una asociación transatlántica revitalizada. Con la Administración Biden, ambas son caras de la misma moneda.

Hay muchos ámbitos en los que la cooperación entre la UE y los EE.UU. debe ser muy estrecha. Ya podemos acoger con satisfacción la intención declarada del presidente electo de volver a participar en esfuerzos multilaterales clave, como el Acuerdo de París sobre el cambio climático, el acuerdo nuclear con Irán y la Organización Mundial de la Salud. Lo mismo cabe decir de su intención declarada de mantener una postura constructiva sobre cuestiones comerciales bilaterales, y también en la Organización Mundial del Comercio, incluido el sistema de solución de diferencias, de suma importancia. En cada uno de estos ámbitos, Europa ha de apoyar y facilitar un «retorno a la mesa» sin problemas y utilizarlo como trampolín para la acción conjunta.

También podemos prever el interés de la próxima Administración Biden por una estrecha cooperación en lo que respecta a China y a los retos que nos plantea en materia de prácticas comerciales desleales, seguridad y otras cuestiones que nos preocupan a ambos. La formulación de una postura coherente y sólida por parte de China es una de las principales prioridades de la agenda en Washington y algo sobre lo que existe un acuerdo entre ambas partes. Estamos preparados para ello, y cabe esperar que el diálogo UE-EE.UU. sobre China que iniciamos el mes pasado continúe, con nuevos bríos, bajo la próxima Administración.

Una Europa capaz y estratégicamente consciente es el mejor socio de los EE.UU., y también lo que necesita la propia Europa.

Por lo que respecta a la OTAN y a la «negociación» en materia de seguridad transatlántica, esperamos que el nuevo presidente se mantenga firme en su compromiso con la Alianza, de acuerdo con su trayectoria de varias décadas. Sin embargo, como han subrayado muchas administraciones estadounidenses, esto irá acompañado de un énfasis en la necesidad de que Europa incremente su capacidad y asuma una mayor responsabilidad por su propia seguridad. Los Estados Unidos acogerán con satisfacción una política común europea de seguridad y defensa dotada de los recursos adecuados y orientada a que Europa pueda hacer frente a las amenazas a la seguridad, especialmente en nuestra vecindad, lo que redundará en gran medida en nuestro propio interés.

En definitiva, una Europa capaz y estratégicamente consciente es el mejor socio de los EE.UU., y también lo que necesita la propia Europa. Por este motivo, tenemos que seguir trabajando para mejorar la autonomía estratégica de Europa, es decir, su capacidad para actuar y defenderse eficazmente por sí sola. Los últimos cuatro años nos han abierto los ojos y la COVID-19 ha acentuado aún más la necesidad de cuidar nuestra seguridad y abordar otras vulnerabilidades, bajo la consigna de reforzar nuestra autonomía estratégica.

Hay muchos más ámbitos en los que la UE y los EE.UU. tienen interés en trabajar juntos en política exterior: Rusia y los países vecinos del Este, Libia y la región MENA (Oriente Medio y Norte de África), los Balcanes y Turquía/Mediterráneo oriental. Pero también más allá: desde Afganistán a los mares de China Meridional y Oriental, a Venezuela, etc. Además de otros desafíos no tan nuevos, como las amenazas híbridas, la desinformación o los aspectos de seguridad de la inteligencia artificial y las redes 5G. La lista es larga, va en aumento y las necesidades son cada vez más urgentes.

En los próximos días y semanas, tomaremos, como UE, contacto con la Administración entrante para ver cómo podemos trabajar mejor juntos. Por supuesto, debemos ser conscientes de que su primera prioridad será interna: gestionar la pandemia, además de sus consecuencias económicas, y curar las enormes divisiones del país. Para ilustrar este último punto: en el momento de redactar el presente documento, el presidente Trump aún no ha reconocido su derrota. En cualquier caso, el presidente electo Biden podría tener que trabajar con un Senado controlado por los republicanos, lo que afectaría a su libertad de maniobra, especialmente en materia de política exterior.

Si bien nuestros socios estadounidenses se centran en la transición, nosotros deberíamos centrarnos en nuestras expectativas y en lo que, como UE, podemos ofrecer.

Como conclusión, me congratulo de que los Estados Unidos tengan un nuevo liderazgo elegido en una plataforma de cambio y con el deseo de trabajar con aliados democráticos. Si bien nuestros socios estadounidenses se centran en la transición, nosotros deberíamos centrarnos en nuestras expectativas y en lo que, como UE, podemos ofrecer. Los dirigentes de la UE y los ministros de Asuntos Exteriores debatiremos sobre cómo podemos aprovechar al máximo esta nueva etapa que se abre. Pongámonos manos a la obra.

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