Argentina: Intervención del Alto Representante Josep Borrell durante la reunión Ministerial de la CEPAL

26.10.2022
Buenos Aires
EEAS Press Team

¡Solo es auténtico el texto pronunciado!   

Muchas gracias, Ministro, 

Es para mí un gran honor y un placer poderme dirigir a esta honorable Asamblea en nombre de la Unión Europea. Gracias por esta oportunidad de participar en sus trabajos.  

Enhorabuena, al nuevo secretario Ejecutivo de la CEPAL [Comisión Económica para América Latina y el Caribe], José Manuel Salazar-Xirinachs por su nombramiento. Saludos afectuosos a todos los honorables cancilleres, organizadores y participantes. Gracias a la Argentina, gracias Canciller [Santiago Andrés] Cafiero por ser tan excelentes anfitriones. 

Quisiera lanzarles un mensaje en estos momentos turbulentos, ante una geopolítica mundial gravemente alterada por la guerra de Rusia contra Ucrania, y decirles que este es un momento apropiado para relanzar, más que nunca, la relación entre la América Latina y el Caribe, y la Unión Europea.  

Mi presencia aquí tiene el objetivo de asegurarles que, para la Unión Europea, relanzar y renovar esta relación es una tarea prioritaria y que por eso esta reunión de la CEPAL, y de la mano de Argentina – la primera reunión ministerial entre la CELAC y la Unión Europea desde 2018, en 5 años, demasiado tiempo – deben ser momentos adecuados para esta nueva etapa.

Como ha dicho el ministro, la agresión de Rusia a Ucrania ha generado crisis cuyas consecuencias prácticas sufrimos todos, primero y antes que nadie los propios ucranianos, después sus vecinos inmediatos, pero todo el mundo sufre las consecuencias de aumentos en los precios de los alimentos, de la energía, lo que está provocando nuevo impulso inflacionista y este a su vez respuesta a los bancos centrales con subida de los tipos de interés que van a limitar el crecimiento y plantear nuevas crisis de la deuda. Todo esto se viene a añadir a los problemas que ya teníamos antes, en particular la creciente desigualdad y los efectos del cambio climático. 

El ministro ya ha dicho sobre la guerra en Ucrania todo lo que yo podía y quería decirles hoy. Es un inevitable tema de conversación, pero también de tomar posiciones como América Latina lo ha hecho mayoritariamente en las instancias internacionales, y en particular en las Naciones Unidas, condenando esta agresión. 

Pero ahora tenemos que hablar de qué manera podemos trabajar juntos para hacer frente a esta nueva situación, de qué manera tenemos que reaccionar frente a este shock, sabiendo que no es solo un shock temporal y transitorio, sino que va a cambiar muchas cosas en el mundo durante un periodo de tiempo largo. ¿Cómo adaptarnos a un nuevo escenario geopolítico y geoeconómico?, ¿cómo podemos aumentar la capacidad de nuestras economías y sociedades, su resiliencia, huyendo de mercados cautivos, buscando socios confiables para poder diversificar nuestra acción?, ¿cómo va a hacer más fuertes nuestras cadenas globales de valor, que quizá eran demasiado largas?, ¿cómo podemos comprometernos más con estándares sociales y medioambientales más avanzados?, ¿cómo podemos crear confianza? Sin confianza no hay inversión. El capital productivo huye de la incertidumbre, y el capital financiero, todavía más.

Por eso, nos damos cuenta hoy de que la globalización había creado dependencias excesivas, y que estas dependencias se han convertido en armas. Por eso, hoy se busca una mayor autonomía: los europeos nos planteamos cómo conseguir ser más autónomos con respecto a algunas de nuestras dependencias críticas, en particular energética. Pero autonomía no debe significar aislamiento, no debe significar volver a tensiones autárquicas dificultando el comercio internacional. Debe significar simplemente una cooperación más inteligente.

Mañana, en la reunión de CELAC [Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños] abordaremos el futuro de nuestra asociación birregional. Y ahora, me gustaría concentrarme solamente en dos ejemplos de cómo poder llevar a la práctica esta cooperación más inteligente. 

La primera es la transición ecológica y energética, y la segunda en la transición digital. Digo ecológica y energética porque la ecología gira más que nunca en torno al modelo energético. Y ese modelo energético requiere sin duda más cooperación, no solo en comercio y suministros, sino en inversión, en tecnología, en regulación y en estándares. En Europa, como les he dicho, Rusia está utilizando la energía - que alimenta nuestras casas y nuestra estructura industrial - como un arma. Y en parte la culpa es también nuestra porque creamos una dependencia excesiva que ahora estamos intentando reducir. 

Antes de la guerra, Europa importaba el 40% de su gas de un solo suministrador: Rusia. Más cercano y aparentemente más barato. Hemos conseguido rebajar esa dependencia del 40% al 7%. Pero eso nos obliga a buscar otros suministradores, a reforzar nuestra apuesta por una energía descarbonada. Y eso es lo que vemos en América Latina, un ejemplo a seguir porque ustedes, en el 2020 obtuvieron casi una cuarta parte de su consumo final bruto de energía de fuentes renovables, por encima del nuestro que apenas supera el 20%. Y varios países de esta región tienen ya matrices energéticas que son mayoritaria o totalmente renovables. América Latina es una potencia mundial en biodiversidad, en energía renovable, en producción agrícola y en materias primas estratégicas. 

Y naturalmente ustedes quieren añadir valor a esta capacidad productiva. Pero para añadir valor, les hace falta atraer tecnología, asegurar la sostenibilidad y desarrollar mercados eficientes para la exportación. Y creo que esta coyuntura da a América Latina y al Caribe una oportunidad nueva para consolidar lo logrado y ocupar nuevos espacios en el comercio internacional. 

Al ser un líder en energía renovable tienen un potencial indiscutible para la producción de hidrógeno verde - de lo que todo el mundo habla. Sé que hay más de 25 proyectos - algunos de ellos macro proyectos - en marcha en la región, y les puedo asegurar que seremos un gran mercado potencial para su producción, porque el hidrógeno verde está llamado a jugar un papel central en nuestra transición ecológica y la Comisión Europea lo va a apoyar masivamente. 

Además, tienen ustedes enormes reservas de cobre de hierro y de materiales críticos como el cobalto, el niobio o el litio. En Bruselas todo el mundo habla de cuánto litio hay en China y en Afganistán. Pero hay que recordar que el 60% de las reservas mundiales de este mineral estratégico están en el triángulo del litio, formado por Bolivia, por Argentina y por Chile. No hace falta ir a buscarlo en China: está aquí.  

Y el reciente estudio económico de América Latina y el Caribe del año 2022, destaca la importancia de la cooperación para la producción de estos materiales estratégicos e insiste en la necesidad de atraer inversión para garantizar una producción sostenida.  Ya tenemos partenariados iniciales en esta área con 7 países de la región para aumentar la cooperación y la integración en cadenas de valor, nuevos modelos de negocio y mantener altos estándares medioambientales y sociales. 

Estamos desarrollando la plataforma digital Mineral Development Network con más de 1000 miembros empresariales, y vamos a celebrar próximamente la convención entre Europa y América Latina sobre materias primas estratégicas - materias primas minerales - para una transición energética limpia en Santiago de Chile en los próximos días.  

Tenemos la inminente COP27, y allí tendríamos que presentarnos con posiciones comunes, porque son ustedes la región más biodiversa del mundo: 60% de las especies terrestres y con una Amazonia que tiene más de la mitad de los bosques húmedos del mundo. ¡Ah! pero también son ustedes una de las regiones más amenazadas por los impactos del cambio climático. Y por lo tanto el desarrollo de energías renovables es una baza fundamental para su futuro, para el nuestro, para el de todos. 

Aprovechemos pues esta oportunidad que la historia nos brinda a veces, como ha dicho el Canciller [Santiago Andrés Cafiero], por cosas que no hemos querido que ocurrieran y de las que no somos responsables, pero cuyas consecuencias nos afectan y las hemos de coger al vuelo para devolver la pelota en esta competición internacional que se libra, y de la cual va a depender el futuro de la humanidad. 

El segundo ejemplo, y procuraré también ser concreto, es la alianza digital. ¿Qué duda cabe de que estamos - no lo voy a decir de nuevo retóricamente - en las puertas de una nueva era? Nosotros hemos puesto en marcha, con el enfoque Team Europe, una serie de iniciativas bilaterales con varios países de la región y sabemos que la digitalización se declina en clave transversal y que éste sería el primer partenariado digital, birregional que tendría la Unión Europea en el mundo con América Latina para cooperar en construir una conectividad más segura en base a proyectos concretos. 

Y ya hemos identificado cuatro pilares para construir esta alianza: primero, el más importante la cooperación y el diálogo político sobre los estándares y un marco regulatorios. Europa es una potencia regulatoria; se lo reconoce todo el mundo. Hemos sido capaces de fijar estándares porque hemos estado en la punta del desarrollo tecnológico. Segundo, la conectividad estructural; tercero, la cooperación con el sector privado; y cuarto, los servicios electrónicos y los productos que permitan la observación terrestre.  

Un ejemplo es el exitoso cable submarino del proyecto BELLA, una auténtica autopista de datos al servicio de nuestra conectividad, ciencia e investigación. Como los dos centros Copernicus para la observación terrestre que recientemente se han establecido en la región o el centro de ciber competencia que hemos establecido el año pasado en la República Dominicana para aumentar la ciberseguridad. Porque la ciberseguridad nos afecta también ya qué habrá que defender la soberanía digital de todos y cada uno de nosotros, porque estas tecnologías digitales están en el centro de la geopolítica y son instrumentos claves para la batalla de ideas que se desarrolla en el mundo. Tenemos que evitar a toda costa que las tecnologías digitales sirvan para hacer realidad lo que nos contaba Orwell en sus novelas. Y eso no es una posibilidad novelesca; es algo que ya vemos cómo se aplica en algunos países del mundo.  

Defendemos una internet abierta, libre, global, interoperable y segura. Y una manera visible y un símbolo de este compromiso es la Declaración para el futuro de internet que ya han suscrito todos los Estados miembros de la Unión Europea y 7 estados de América Latina y el Caribe, esperando que puedan ser muchos más. 

En conclusión, no quiero terminar sin recordar la importancia de nuestro trabajo conjunto en el terreno de la cohesión social que siempre olvidamos; verde, digital, sí pero también socialmente cohesionada. Hablamos de transiciones digitales y económicas y ecológicas, pero recordemos que sin cohesión social, los ciudadanos darán la espalda a estos cambios y los darán imposibles. Las transiciones serán justas o no serán. Las desigualdades vemos cómo crecen en Europa y también en América Latina. 

Ya antes de la pandemia, la CEPAL destacaban sus informes que América latina y el Caribe han subestimado significativamente el impacto negativo la desigualdad. Y ese informe, esos informes destacados y reconocidos en el mundo entero por su valor añadido, explicaban la necesidad de políticas de inclusión social y laboral que eran más necesarias después de la pandemia. Porque no basta con crecer, hay que crecer – sin duda - porque solo se puede distribuir lo que se produce. En esta década, América Latina ha perdido ya más producción que la que perdió durante la década que se conoce históricamente como la década perdida; en esta, se ha perdido todavía más. 

Y hace falta, además de crecer, hacer algo que el mercado no sabe hacer. Porque el mercado produce mercancía, pero el mercado no garantiza derechos. El mercado satisface demandas - demandas solventes - pero no siempre garantiza las necesidades imprescindibles que no tienen detrás una demanda ilimitada. Los derechos solo pueden ser garantizados por la acción pública. 

La acción pública tiene dos instrumentos; el primero, los impuestos; el segundo, la regulación. Y sin duda se podría encontrar una expresión más amable que la de “presión fiscal” - suena horrible, presión. Pero sin una presión fiscal, que en el fondo no mide sino la parte de los recursos que una sociedad comunitariza, sin una presión fiscal adecuada no es posible crear servicios públicos que garanticen la cohesión social – y, permítanme que se lo diga, su presión fiscal es demasiado baja. Es demasiado baja para atender las necesidades de la sociedad. 

Entre estos servicios públicos, la educación es el fundamental y la salud el siguiente, pero, ¿por qué no hoy el acceso a internet no podría ser considerado también como un servicio fundamental? Porque los que no lo tengan quedarán marginados. Por lo tanto, construyamos un contrato social que funcione, por qué cómo me recordaba recientemente un colega suyo, un ministro latinoamericano que me visitaba en Bruselas, salus populi suprema lex. Solamente la salud y el bienestar del pueblo garantiza a los gobiernos [perenne] legitimidad, porque la salud del pueblo es la ley suprema. Construyámosla juntos, porque es tanto lo que nos une, que no podríamos hacerlo por separado. Pero lo que nos une lo hemos construido en el pasado y ahora hemos de proyectarlo hacia el futuro.  

Por lo tanto, ministros, cancilleres, secretario general, gracias por su invitación. Ojalá que podamos seguir construyendo juntos. Les traigo el compromiso de la Unión Europea para compartirlo con [ustedes] y aumentar el potencial de nuestro futuro común. Muchas gracias. 

Enlace al video: https://audiovisual.ec.europa.eu/en/video/I-232301

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