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Conferencia Internacional de Donantes en solidaridad con los refugiados y migrantes venezolanos

27/05/2020 - En 2019, en calidad de ministro español de Asuntos Exteriores, visité el puente Simón Bolívar, un puente de 300 metros de longitud que une Venezuela y Colombia. El puente recibe su nombre del estadista venezolano, y hasta el estallido de la crisis económica en Venezuela era un popular paso fronterizo que los ciudadanos utilizaban para comprar al otro lado. Ahora, es el lugar en el que muchos refugiados venezolanos empiezan su viaje en busca de un futuro mejor. En ese momento, pude presenciar las duras situaciones de las que muchos refugiados y migrantes venezolanos están huyendo y los riesgos y la miseria a los que se enfrentan. Ya son 5 millones los refugiados y migrantes venezolanos que han partido para buscar seguridad y nuevas oportunidades por todo el mundo, especialmente en los países vecinos. Durante mi visita, fui nombrado alto representante de la UE y me comprometí a organizar el apoyo europeo e internacional a los refugiados y migrantes. La visita al paso sobre el río Táchira confirmó cuán acuciantemente ese apoyo es necesario.

La comunidad internacional ha mostrado lo que significa «solidaridad»: no se trata de un eslogan, sino de empatía que logra resultados.

 

Ayer, junto con mi homóloga española, la Sra. González Laya, tuve la ocasión de copresidir la Conferencia Internacional de Donantes en solidaridad con los migrantes y refugiados venezolanos en los países de la región. Gracias también al apoyo de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el encuentro virtual resultó un éxito: se asumió un compromiso total de apoyo a los venezolanos de más de 2 500 millones EUR, de los que 600 millones EUR serán en forma de subvenciones. La comunidad internacional ha demostrado lo que significa «solidaridad», y la Conferencia ha logrado intensificar el apoyo a los millones de desplazados venezolanos, que ahora tienen que lidiar, además de con sus persistentes problemas, con la propagación de la COVID-19. La Unión Europea y sus Estados miembros contribuirán con casi el 60 por ciento, en parte con cargo al paquete «Equipo Europa», instaurado como respuesta a la COVID-19.

Comisión Europea y Banco Europeo de Inversiones

Por parte de la Unión Europea, la Comisión ha comprometido 144 millones EUR para ayuda humanitaria, cooperación al desarrollo y prevención de conflictos. El Banco Europeo de Inversiones ha asumido un compromiso de 400 millones EUR en préstamos que pondrá a disposición de los países de acogida. Se trata de un esfuerzo importante y urgentemente necesario para hacer frente a la segunda mayor crisis de refugiados en el mundo, después de la de Siria.

No obstante, la UE nunca ha estado ausente en esta crisis. Al contrario, se ha señalado siempre en la primera línea de la respuesta internacional. La asistencia de la UE, dentro y fuera de Venezuela, antes de la conferencia ascendía ya a casi 320 millones EUR para las necesidades humanitarias, con especial atención al vínculo entre la ayuda humanitaria y el desarrollo.

No obstante, el logro más importante es que hemos mostrado a los venezolanos y a sus países de acogida que no están solos. No los hemos olvidado siquiera en este momento, en el que todos estamos fuertemente concentrados en la lucha contra la pandemia de coronavirus en todos los continentes, en nuestros países y en nuestros hogares. Y «hogar» es una palabra que ha perdido su sentido para todos los millones de venezolanos que han dejado su país desesperados. Muchos aún están luchando para poder echar raíces en un lugar al que puedan volver a llamar hogar, pese a los grandes esfuerzos que están desplegando los países de acogida.

Tributo a los países de acogida de la región

La organización de esta conferencia estuvo motivada por nuestra determinación de cumplir el compromiso que asumimos el pasado octubre durante la Conferencia de Solidaridad con Venezuela celebrada en Bruselas: celebrar lo antes posible una conferencia de donantes que supusiera una continuación de esa labor. Por supuesto, la cantidad comprometida tiene una magnitud relativa si se tienen en cuenta las necesidades de los millones de refugiados, pero supone el inicio de un proceso. Canadá ya se ha ofrecido generosamente para acoger otra Conferencia el próximo año.

La Conferencia de ayer también constituyó un tributo a los países de acogida de la región. A pesar de sufrir las consecuencias de una de las mayores migraciones en masa de nuestro tiempo, esos países han integrado generosa y activamente, y no siempre sin problemas, a los migrantes venezolanos en sus sociedades y sus comunidades. Además, la Conferencia ha incentivado la cooperación regional en cuestiones de migración mediante el Grupo de Quito, que ha recibido el apoyo pleno de la UE.

Todos los países de la región, con escasas excepciones, han abierto sus fronteras a los venezolanos que buscan una vida más segura y más próspera. Como europeos, debemos reflexionar sobre ello. Los países de la región no han construido muros ni han colocado alambradas. Como he podido comprobar de primera mano en Colombia, simplemente han acogido generosamente a las personas que huían de la desesperación. Por eso necesitan ayuda y, en particular en el contexto de la pandemia, no podemos dejar de dar respuesta a sus peticiones.

La ayuda se destinará a sectores clave

Una respuesta justa y digna a los retos mundiales es imposible sin la solidaridad internacional ni una cooperación activa. Por ello, seguimos siendo firmes defensores del multilateralismo y de un sistema de las Naciones Unidas eficaz, y una gran parte de los fondos reunidos se canalizará a través de las organizaciones internacionales socias para proporcionar alivio inmediato y apoyo al desarrollo en la región, en favor tanto de los desplazados venezolanos como de las comunidades de acogida. La asistencia se destinará a sectores clave, fundamentalmente la protección de la salud, la nutrición, la educación en materia de emergencias, el agua y el saneamiento, y el apoyo psicosocial. Atender a estas necesidades es urgente y lo sabemos. Solo aunando esfuerzos podemos ser eficaces. La cooperación internacional nunca ha sido tan esencial ni, a menudo, tan olvidada al mismo tiempo.

La enorme magnitud de esta crisis nos obliga a reflexionar sobre sus causas. No podemos olvidar la crisis multidimensional de Venezuela ni podemos dejar que la situación política y económica del país se siga deteriorando. Esta crisis humanitaria debe ser la oportunidad de relanzar el diálogo entre las partes: un diálogo que, en última instancia, lleve a una transición democrática negociada y pacífica en Venezuela.

 

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