EP Plenary: Speech by High Representative/Vice-President Josep Borrell on EU-China relations
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Dear President, good morning, dear Members of the European Parliament, President of the [European] Commission [Ursula von der Leyen], dear colleagues from the Commission,
I want to speak Spanish. I think it is going to be better for all of us. (Scroll down for EN).
Dear Members of the European Parliament,
Ustedes me convocan hoy a venir aquí al Parlamento [Europeo] como presidente [permanente] del Consejo de Asuntos Exteriores para debatir sobre la necesidad de una estrategia coherente para las relaciones de la Unión Europea con China.
Señorías, siempre es bueno disponer de una estrategia coherente con respecto a China y sobre cualquiera otra cuestión. Es bueno tenerla.
Pero tal como ustedes han formulado el título de este debate, parece que dan a entender que el Parlamento Europeo cree que la Unión Europea no dispone de esa estrategia coherente.
Y si es así, me siento directamente interpelado. Me siento directamente concernido, porque, como Alto Representante, me corresponde según el Tratado velar por la coherencia de la acción exterior de la Unión Europea.
Luego, si ustedes creen que tal coherencia no existe, algo debo tener que ver con ello – aunque seguramente, no solamente yo.
En todo caso, estamos hablando de política exterior y de seguridad común. Estamos en el título 5 del Tratado. Política exterior común pero no única, porque cada Estado miembro mantiene competencias propias en política exterior. Aunque también se hayan comprometido a construir progresivamente una política común, cada uno tiene la suya.
Y, por eso, en una relación tan compleja como la que tenemos con China, inevitablemente hay diferentes puntos de vista porque hay diferentes intereses entre los Estados miembro. Es así. Pero si queremos construir una estrategia coherente de la Unión con respecto a China, es necesario que todos y cada uno de los actores de la Unión actúen conforme y en pleno respeto de los tratados, en el ejercicio de sus respectivos roles y responsabilidades. Cada uno a lo suyo, y eso afecta a todos: a los Estados miembro, al Consejo Europeo, al Consejo [de la Unión Europea], a la Comisión [Europea], y también a ustedes, al Parlamento Europeo.
Señorías, como ustedes saben, ha reflejado acertadamente en su informe [el rapporteur] Paet, la política exterior y de seguridad común, - y como parte de ella la relación con China - la define por unanimidad el Consejo Europeo y el Consejo [de la Unión europea]. El Consejo Europeo determina los intereses estratégicos de la Unión, fija los objetivos y define las orientaciones generales de esta política exterior. Y, basándose en esas, el Consejo de [Asuntos] Exteriores que presido elabora la PESC, o la Foreign Security Policy, y adopta las decisiones necesarias para aplicarla.
Ciertamente la Comisión [europea], a la que me honro de pertenecer como vicepresidente, tiene también un papel fundamental en áreas que tienen un impacto enorme sobre nuestras relaciones exteriores. Y ahora que estamos hablando cada vez más de seguridad económica - como ha hecho la presidenta - como parte integrante de la seguridad nacional, esas competencias y ese papel es mayor.
Este concepto de seguridad nacional - seguridad económica - va a tener una influencia determinante en la manera como concebimos nuestras relaciones exteriores. Países como Estados Unidos y Japón ya lo incluyen claramente en sus estrategias de seguridad nacional. Nosotros deberíamos hacer lo mismo, teniendo en cuenta las características institucionales de la Unión y el hecho de que son fundamentalmente los Estados miembro los que disponen de los instrumentos necesarios para ejecutar esta seguridad económica a través de controles o restricciones a la exportación o a las inversiones, en el interior y en el exterior.
Señorías, como ustedes saben, tenemos una estrategia con respecto a China, la del 2019 – el tríptico famoso – y, sin duda, desde entonces han pasado muchas cosas y esa estrategia tiene que ser recalibrada para adaptarse a las nuevas circunstancias.
Pero la Unión Europea nunca hasta ahora ha definido explícitamente a China como una amenaza directa para nuestra seguridad – como sí lo hizo con respecto a Rusia el Consejo Europeo del 2022 en Versailles.
Este enfoque multifacético, este tríptico ha demostrado su validez ante la creciente asertividad de China. Pero en los últimos tiempos nuestras relaciones se han visto sustancialmente deterioradas, ustedes saben muy bien por qué y cómo: las sanciones de marzo 2021, las contra sanciones impuestas por China - también contra miembros de esta casa -, la coerción económica contra Lituania o el aumento de las tensiones en el estrecho de Taiwán.
En ese contexto, se han ido planteando contribuciones relevantes al debate sobre la revisión de nuestras relaciones con China: la propia resolución aprobada por este Parlamento, el discurso de la presidenta [Ursula] von der Leyen, la toma en consideración de las medidas adoptadas por Estados Unidos para imponer controles a la exportación de semiconductores y de inversiones en China, en el marco de su nueva estrategia de seguridad nacional. Y todos ustedes tienen bien presentes las recientes visitas oficiales a China, tanto del presidente del Consejo Europeo [Charles Michel] el año pasado, de la presidenta da la Comisión [europea] y de varios jefes de estado y de gobierno de los Estados miembro.
Como parte ya del último Consejo de Asuntos Exteriores en marzo, planteé la urgencia y la necesidad de dedicar este próximo Consejo - el de abril - a las relaciones con China. Y seguiremos trabajando en esta línea hasta que los líderes reunidos en el Consejo Europeo decidan revisar la actual estrategia.
Y ahora, puesto que como Alto Representante me corresponde - según el Tratado - contribuir a elaborar esta estrategia, permítanme resumir como la veo yo, personalmente. No pretendo decir que tengo un mandato del Consejo para hacerlo todavía, pero sí decirle cómo veo nuestra relación con China y cómo debemos adaptar nuestra estrategia.
Estamos muy focalizados en la agresión de Rusia contra Ucrania, y nos ha emergido otro problema político de gran dimensión, que es China. Pero China no es Rusia. China es un superpoder. Un superpoder que crece, que está presente en todas las partes del mundo. Cuya influencia es considerable, su peso político crece, y su atractividad para muchos países del sur es innegable.
Por ejemplo, en ASEAN, China se ha convertido en el primer inversor - nos ha desplazado. Parece como si China ya hubiera iniciado un proceso destinado a prever el impacto de posibles sanciones. Está empezando a hacer “de-risking”. Mientras nosotros hablamos de eso, ellos ya lo están haciendo.
Hay que tener bien presentes estas consideraciones a la hora de definir una estrategia coherente con respecto a China. Pero, aunque cada vez más estemos en “rival mode”, no hay que dejar de hablar con China. No hay que rechazar la colaboración con China en la solución de los grandes problemas globales porque China no sea una democracia.
La deuda de los países emergentes – hay más de 40 países ahogados por un exceso de deuda – y el cambio climático - muchos miles de millones de personas afectado por él - nos obligan más que nunca a trabajar juntos. Y China quema más carbón que el resto del mundo junto, y es el principal acreedor de los países emergentes. Y, por lo tanto, desde el punto de vista de la deuda o del clima, no hay solución a estos problemas sin la participación y la colaboración de China.
Hay que seguir hablando con China por su colosal influencia en el mundo, y porque el diálogo es la base en la política internacional – al menos hasta que lo inevitable ocurre, como ha hecho Rusia con Ucrania.
China está emergiendo – ha emergido ya – y va a seguir estando allí. Y en pocos años, China e India van a representar casi la mitad del producto mundial. Y estas dos grandes masas humanas van a volver al sitio en que estaban antes de la revolución industrial. Es la vuelta de la historia.
Pero para que este diálogo con China tenga lugar con claridad y eficacia, tenemos que alinear nuestras posiciones y expresarlas no con una sola voz, porque tenemos una multiplicidad de voces, pero sí como un coro bien afinado. Con muchas voces, pero procurando decir lo mismo o, por lo menos, en la misma longitud de onda.
La pluralidad no debe ser un problema mientras haya una posición consensuada, en particular sobre dos grandes temas: ¿es Europa un polo en la multipolaridad? ¿tiene una existencia propria como entidad política, esto que se llama ‘la autonomía’ estratégica o no de Europa? Y, en segundo lugar, ¿de qué manera nos dirigimos a China acerca de la agresión de Rusia a Ucrania?
Cuando el presidente [de Francia, Emmanuel] Macron va a Pekín y le dice al presidente [de China] Xi [Jinping] que espera que le ayude a hacer entrar en razón a Putin, a lo mejor resulta que el presidente Xi no cree que Putin haya perdido la razón, sino al contrario. Que tiene razones que comparte con él, y con muchos de sus visitantes, como el presidente [de Brasil] Lula, que ha estado antes de ayer en Pekín y ha cultivado la misma ambigüedad estratégica que China.
Me gustaría repetir aquí el largo discurso que tenía preparado para el viaje a Pekín, frustrado por culpa del COVID-19, pero como no tengo tiempo, voy simplemente a decir que nuestra estrategia con respecto a China tiene que basarse en cuatro palabras: los valores, la seguridad económica, Taiwán y Ucrania.
Primero, los valores. No tenemos la misma visión sobre los derechos humanos y el respeto a los derechos fundamentales de las personas que China. Y en todos los foros internacionales, y con todos los países del mundo, China desarrolla una narrativa que subordina los derechos políticos fundamentales al desarrollo económico.
Me recuerda cuando en mi juventud discutíamos sobre las libertades reales y las libertades formales. Las reales son aquellas que tienen que ver con las condiciones materiales de vida. Pero no es una cosa o la otra, no es “either or” – necesitamos las dos. Necesitamos la libertad simplemente para ser libres, pero necesitamos que esta libertad política sea un poderoso motor para desarrollar el bienestar material de los ciudadanos.
Queremos libertades políticas y queremos progreso económico. Y tenemos que defender esta visión y contrarrestar el discurso, la narrativa china, por todos los medios intelectuales a nuestro alcance.
Pero hay que seguir en este diálogo y lo hemos vuelto a empezar – me alegro de ello – a nivel bilateral después de que China suspendiera el diálogo sobre los derechos humanos con nosotros.
Segundo, relaciones económicas y seguridad económica. Nuestra relación económica está terriblemente desequilibrada. Nuestro déficit comercial es abismal y no deja de crecer. 400 mil millones [de euros] de déficit y ellos con un superávit de 470 [mil millones de euros].
China ya no es el suministrador de bienes baratos producidos gracias a una mano de obra barata. Al contrario, está en la punta del desarrollo de las tecnologías y es un competidor en aquellos bienes más sofisticados. Al final, lo barato acaba resultando caro. Ya lo decía mi abuela: “no compres cosas baratas que al final acaban siendo caras”.
Lo hemos aprendido con la energía rusa, y lo estamos aprendiendo ahora en la competencia económica con China. Y eso no es sólo porque no seamos competitivos, sino porque en China quien manda no es el mercado, es el Estado, y eso cambia realmente las reglas del juego.
Sí, también con Estados Unidos tenemos problemas de reglas de juego. También con Estados Unidos competimos y discutimos las reglas de la competencia. Pero al fin de cuentas, somos las dos economías de mercado. China es un caso distinto.
Nuestra relación está desequilibrada porque tenemos una dependencia de algunos productos que nos hace vulnerables. Y esta vulnerabilidad aumenta porque estos productos, materias primas, están integrados en cadenas de producción y acaban en bienes finales que importamos desde China. Y, por eso, es importante el de-risking que ha mencionado la presidenta de la Comisión [europea], y eso pasa por diversificar nuestras fuentes de suministro, reconfigurar las cadenas de valor, controlar las inversiones in y out, desarrollar instrumentos anticoerción, pero siempre respetando las reglas de la Organización Mundial del Comercio. Sería paradójico que pregonásemos y predicásemos el multilateralismo y luego violásemos las reglas de la institución multilateral que más ha contribuido a formar el mundo que hoy tenemos.
Pero, permítanme advertirles de un riesgo: ‘de-riscar’ - que es un barbarismo en Castellano –, disminuir los riesgos, acarrea riesgos. Porque hemos de ser conscientes que, si redirigimos nuestros flujos económicos y comerciales hacia otros países de Asia distintos de China, lo que veremos es que casi automáticamente esos países van a aumentar sus relaciones comerciales con China para importar las materias primas que necesitan para producir los bienes que luego nos van a vender. Y, por lo tanto, los que habremos hecho es poner un intermediario en nuestra dependencia. Seremos indirectamente dependientes. En esos casos, puede ser incluso peor porque esos países serán mucho más vulnerables a las presiones que pueden recibir de China, de lo que lo somos nosotros ahora.
En todo caso, hay que rechazar la ilusión de que para protegernos económicamente de China hay que desacoplar nuestras economías. Nuestra dependencia del comercio internacional es demasiado grande. Es más del doble de la que tienen los Estados Unidos. No ganaríamos en seguridad. Nos privaríamos del contrapeso económico y otros ocuparían el vacío que dejaríamos. Hay que diversificar para reducir vulnerabilidades, pero reducir vulnerabilidades al fin de cuentas es lo mismo que aumentar nuestra autonomía.
De-risking and strategic autonomy go hand in hand. Porque la dependencia es lo contrario a la autonomía. Cuanto más autónomo sea usted, menos dependiente será. Y cuanto más dependiente sea, menos autónomo será. Y si la dependencia económica es mala, la política también. Las alianzas funcionan cuando están equilibradas. Cuando no están equilibradas y una parte es mucho más fuerte que la otra, ya no es una alianza, es otra cosa cuyo nombre no voy a pronunciar aquí.
Pero ser autónomo es lo contrario de ser dependiente. Hay que reducir nuestros riesgos, pero eso no debe ser un eslogan, señorías. No es un eslogan, no es una frase hecha, es una política de largo plazo. Tardaremos años en hacerlo, de igual manera que tardaremos años en aumentar las capacidades militares que hoy no tenemos.
Y el mayor riesgo geopolítico es que el de-risking con respecto a China aumente la capacidad de impacto y presión de China sobre el resto de Asia. Por lo tanto, es una tarea que hay que abordar juntos, todas las instituciones y todos los Estados miembro de forma contumaz, pertinente, permanente y comprometida.
Taiwán. Taiwán es fundamental para Europa por tres razones.
[Primero], porque es el estrecho más estratégico del mundo – y en particular para nuestro comercio. Tenemos que estar allí presentes a través de freedom of navigation operations, a través de nuestras flotas.
Segundo, no solamente por una razón moral – que una acción contra Taiwán por fuerza tiene que ser rechazada –, también es porque sería en términos económicos gravísimo para nosotros porque Taiwán tiene un papel estratégico en la producción de los más avanzados semiconductores.
Finalmente, si queremos ser – y decimos querer ser – un poder geopolítico, tenemos que estar presentes en todas las partes del mundo para reafirmar nuestras posiciones, para defender nuestros intereses, para llamar a la calma y para prevenir provocaciones, vengan de donde vengan.
Y, por eso, la mejor solución es volver al status quo de antes. Taiwán es claramente parte de nuestro perímetro geoestratégico para garantizar la paz, para defender nuestros intereses sin echar leña al fuego. Y estoy seguro de que todos los países europeos comparten esa posición.
En Ucrania, nuestras posiciones son bien conocidas. Nuestro mensaje a China es claro, la presidenta [de la Comisión Europea] lo ha transmitido muy explícitamente, lo han hecho todos. Nuestra relación con China no puede desarrollarse normalmente si China no usa su influencia en Rusia para conseguir que esta retire sus tropas de Ucrania y ponga fin a la guerra.
Frente a un conflicto que afecta la integridad territorial y la soberanía de un estado independiente - cuyas fronteras están protegidas por el orden internacional y por los compromisos de las grandes potencias, entre ellas también Rusia y China - cualquier neutralidad que no distinga entre el agresor y el agredido, es ponerse del lado del agresor. Lo hemos dicho muchas veces y lo seguiremos repitiendo.
Y, finalmente, desde un punto de vista geopolítico, tenemos que evitar una nueva guerra fría entre el oeste y el este – ahora el Far East, el este todavía más al este. Y tenemos que dar mucha más atención a las crecientes dificultades de muchos países en el sur. Porque ver el mundo a través del triángulo estratégico China-Europa-Estados Unidos sería una visión reducida y reductora, porque no tendrían en cuenta la existencia de las grandes masas de población del sur, a las que China presta especial atención porque quiere construir con ellas un nuevo orden mundial, distinto del que - según ellos - ha construido Occidente. Y lo dicen abiertamente, lo dice mi colega el ministro de Asuntos exteriores [Qin Gang] sin ninguna clase de retención.
Sabemos que es así y por eso el debate sobre China no ha hecho más que empezar. Lo hemos de hacer con lucidez, es decir, con realismo, sabiendo que las cosas son como son y que los números son los que son. Con determinación y claridad, y con más unidad que nunca. Una unidad que es indispensable, aunque ciertamente no excluye que haya varias voces que hablen en nombre de Europa, como hoy aquí, el Consejo y la Comisión.
Muchas gracias.
- Link to the video: https://audiovisual.ec.europa.eu/en/video/I-239818
Closing remarks
Señor presidente, señoras y señores diputados,
Permítanme seguir utilizando el castellano. Primero, para decirles que como antiguo presidente del Parlamento europeo que fui, me produce una enorme satisfacción ver este hemiciclo tan lleno. Enhorabuena al Parlamento europeo y gracias por una atención y una asistencia tan numerosa como la que ustedes están haciendo hoy.
Señorías, en este debate ha habido muchas voces que se han quejado de la cacofonía europea. Es decir, de varias voces europeas, no siempre diciendo lo mismo o de la misma manera. Y creo que hay dos razones por las cuáles eso se ha producido.
La primera es porque hay puntos de vista diferentes entre los Estados miembro acerca de nuestra relación con China. Eso no debería sorprendernos. Es así, y el objetivo de una política común es precisamente limar esas diferencias para ofrecer un común denominador. Pero eso requiere trabajar juntos.
Y la segunda razón por la que se ha producido eso que muchos diputados han lamentado es porque sí, ciertamente, ha habido fallos de coordinación entre las instituciones europeas y con los Estados miembro que podrían haberse evitado.
Y creo que hay que tomar buena nota de lo ocurrido, hacer autocrítica y buscar soluciones en el futuro que pasan por una mayor coordinación entre instituciones y Estados. Instituciones entre ellas – Comisión [europea] y Consejo [europeo] – Estados [miembro] entre ellos y Estados con instituciones.
También ha habido muchas críticas al presidente [de Francia, Emmanuel] Macron. Y yo quiero decirles que me he leído con mucho detalle el discurso del Presidente de la República Francesa en el Instituto Nexus en La Haya, donde desarrolla el concepto de autonomía estratégica. Y creo que hay muchas ideas absolutamente europeístas, absolutamente positivas, con las que estoy de acuerdo. Hay que seguir trabajando en desarrollar un concepto que no es para nada contradictorio con la Alianza Atlántica, que no es para nada buscar alternativas a nuestra relación con Estados Unidos, que no es para nada la búsqueda de alternativas a la OTAN. Por el contrario, es hacer nuestra comunidad transatlántica más fuerte.
Será más fuerte si nosotros también lo somos. Y ni los Estados Unidos ni la OTAN pueden tomar la responsabilidad de resolver todas las crisis securitarias que afectan a Europa. Tenemos que desarrollar nuestras propias capacidades.
Y, como he dicho antes, disminuir los riesgos es aumentar la autonomía. Autonomía y dependencia son dos variables contradictorias. Disminuir riesgos es aumentar la autonomía. Aumentar la autonomía es disminuir riesgos.
Hay riegos económicos y hay riesgos políticos. Las alianzas solo son estables y merecen el nombre de alianzas si están equilibradas. Si están desequilibradas ya no son tanto alianzas, sino otra clase de relaciones.
Y nosotros tenemos que ser fuertes como europeos simplemente para hacer nuestra alianza transatlántica más fuerte.
Hay que hablar de seguridad económica, pero seguridad económica es ‘seguridad’. Podemos poner el adjetivo ‘económico’, pero sigue siendo ‘seguridad’, y por lo tanto parte integral de la política exterior y de seguridad. Y me alegro de que la Comisión quiera trabajar en este terreno, pero no podrá hacerlo sola. Tendrá que contar con los Estados miembro – es decir, con el Consejo [Europeo].
Vamos a evitar otra vez cacofonías. Vamos a trabajar juntos.
Una estrategia de seguridad económica es una estrategia de seguridad. No pongamos el adjetivo en vez del substantivo. Si es de seguridad, tendremos que buscar una forma que permita gobernar estas nuevas políticas de seguridad.
Y en eso, el Parlamento [europeo] debe jugar un papel fundamental porque estamos hablando de una cuestión fundamentalmente política que afecta a nuestra democracia y al lugar de Europa en el mundo.
Muchas gracias.
- Link to the video (starting at 3:40): https://audiovisual.ec.europa.eu/en/video/I-239820
ENGLISH VERSION
Dear President, good morning, dear Members of the European Parliament, President of the [European] Commission [Ursula von der Leyen,] dear colleagues from the Commission,
I want to speak Spanish. I think it is going to be better for all of us.
Dear Members of the European Parliament,
Today, I am invited to address the Parliament as President of the Foreign Affairs Council to discuss the “The need for a coherent strategy for EU-China Relations”.
Honourable Members,
Having a coherent strategy for our relations with China is as convenient as it is for any other issue. It is good to have one.
But the title chosen for this debate could suggest that the European Parliament believes that the European Union does not have such a coherent strategy.
If that is the case, I feel directly concerned because, according to the Treaty of the European Union, it is my responsibility as High Representative of the Union to “ensure the consistency of the Union's external action”.
Therefore, if you believe that such coherence does not exist, I must have something to do with it - although certainly not only me.
Indeed, we are talking about the EU’s Common Foreign and Security Policy. Article 5 of the Treaty. Common, but not unique. Each Member State retains its own competences, although at the same time, they undertake to progressively build a foreign policy common to all of them.
When it comes to such a complex relationship as the one we have with China, it is logical that Member States maintain different views and interests.
But if we want to define a coherent EU strategy towards China, it is necessary for each and every EU actor to exercise their respective roles and responsibilities in accordance with, and in full respect of, the Treaties. This should concern everyone: Member States, the European Council, the Council, the Commission and the European Parliament.
Honourable Members,
As you know and rightly reflected in your recent report by Rapporteur Paet, the CFSP, and as integral part of it the EU strategy towards China, is unanimously defined by the European Council and the Council. The European Council determines the Union's strategic interests, the objectives of and define general guidelines for the CFSP. On the basis of these guidelines, the Foreign Affairs Council, which I preside as High Representative, and to which I contribute with proposals, prepares the CFSP and takes the necessary decisions to define and implement this policy.
Certainly, the Commission, that I am honoured to integrate as VP, has a key role to play in areas with a huge potential impact on our external relations.
And now that we are increasingly talking about ‘economic security’ - as the President has done - as an integral part of ‘national security’, those competences and that role is greater.
This concept of ‘national security’ - ‘economic security’ - will have a determining influence on the way we conceive our foreign relations.
Countries such as the United States and Japan already include the economic dimension in their national security strategies. And we should all do the same, considering the institutional characteristics of the EU and that, essentially, only Member States have the necessary tools to implement it, be it through controls or restrictions on exports, foreign investments or investments in third countries.
Honourable Members,
As you know, the EU has a strategy for China. But this strategy dates back to 2019 and certainly needs to be recalibrated to adapt to the current circumstances.
For example, to date the EU has never explicitly identified China as a direct threat to our security, while the European Council did so regarding Russia, at its meeting in Versailles in March 2022.
This current multifaceted EU approach to China has proven its validity in the face of China’s more assertive political posture. But it is clear that, recently, EU-China relations have deteriorated substantially, (following the sanctions of March 2021, unjustified counter-sanctions imposed by China - including against members of this House -, economic coercion against Lithuania or increased tensions in the Taiwan Strait).
In this context, relevant contributions have fed the discussion on the review of our relations with China, including the resolution adopted by this parliament, and the speech by President [Ursula] von der Leyen in particular after the US adopted measures to impose export controls on semiconductors and investments in China, as part of its new national security strategy. You are all aware of the important official visits to China by both the President of the European Council last year, the President of the Commission, and the heads of state or government from several Member States.
For my part, already at the last Foreign Affairs Council (in March), I raised the urgency and the need to dedicate our next Council meeting in April to EU-China relations. And we will continue to work in this direction, until leaders in the European Council decide to review the current strategy.
Now, given my responsibility for contributing to this strategy as the High Representative of the Union, allow me to briefly run through how I see our relations with China. I do not pretend to say that I have a mandate from the Council to do so, but let me tell you how I see our relationship with China and how we need to adapt our strategy.
While remaining focused on the Russian aggression against Ukraine, a crucial political issue is emerging for Europe, and that is China.
But China is not Russia. It is a superpower in the making that is now present everywhere in the world. Its influence is considerable, its political weight is growing, and its attractiveness in the countries of the [Global] South is undeniable. ASEAN, for example, has become the first destination for Chinese investment in the world, replacing Europe. It also looks like China has initiated a process aimed at reducing the impact of possible sanctions. In a certain way, China has already gone ahead with its own de-risking. While we are talking about it, they are already doing it. We must therefore bear in mind all these elements to define a coherent strategy to deal with China.
But even if, as I said, in recent years the rivalry aspect has become more important, we must continue talking with China. We must not reject collaboration with China in solving major global problems because China is not a democracy. The debt of emerging countries - there are more than 40 countries drowning in debt - and climate change – there are millions of people affected by it - force us more than ever to work together. China burns more coal than the rest of the world all together and is the biggest creditor of emerging countries. And so, from the point of view of the debt or climate, there is no solution to these problems without China's involvement and collaboration.
First, we have to keep talking to China because of its colossal influence on the world system.
Secondly, because dialogue is the basis of international politics if the irreparable is not committed [as Russia has done in Ukraine.]
The last years have been marked by China’s rise as a global player and China is here to stay. In a few years, when India wakes up in turn, these two giants will account for 40% of the world's GNP. In a way, this figure corresponds to the place that these two great groups occupied in the world before the industrial revolution. This is the return of History.
For this dialogue to take place in clarity, the positions of the European Union must also be clear and aligned. The plurality of European voices should not be a problem as far as they express a consensual position, about the role of Europe as a “third pole” on a multipolar world, if it exists a as political entity – the so-called ‘autonomy’, strategic or not, of Europe; and the way to deal with China about Russia’s aggression against Ukraine.
When [French] President [Emmanuel] Macron goes to Beijing and tells [Chinese] President Xi [Jinping] that he expects him to help him talk some sense into Putin, it may turn out that President Xi does not believe that Putin has lost his mind, but on the contrary. That he has reasons that he shares with him, and with many of his visitors, such as President [of Brazil] Lula, who was in Beijing the day before yesterday and has cultivated the same strategic ambiguity as China.
I am not going to repeat here the long text that I have just published and that I was planning to give publicly in China, should I not have tested positive with Covid. I will therefore highlight the main issues in our relationship with China, which can be summarised in four areas: values, economic security, Taiwan, and Ukraine.
First, values.
We clearly do not have the same vision as China on the issue of human rights and the respect for people’s fundamental rights. In all international fora and with other countries, including many countries of the [Global] South, China develops a narrative subordinating fundamental freedoms [political rights] to the right of economic development. It reminds me when, many years ago we were discussing about formal freedoms and real freedoms. The real ones are those that have to do with the material conditions of life. It is not either or, we need both. We need freedom simply to be free, but we need this political freedom to be a powerful engine for developing the material well-being of citizens.
We want political freedoms, and we want economic progress. And we have to defend this vision and counter the discourse, the Chinese narrative, by all the intellectual means at our disposal.
And we must increase our efforts to counter this discourse. At the same time, we will continue to pursue the dialogue on this subject at the bilateral level. In fact, the dialogue has already resumed after being interrupted by China.
Secondly, economic relations and economic security.
Our economic relations are terribly unbalanced. Our trade deficit is abysmal and continues growing. We have a deficit of 400 billion [euros] and they have a surplus of 470 [billion euros].
And China is no longer the supplier of cheap goods based on cheap labour cost but is at the edge of technological development and is a competitor for more sophisticated goods. In the end, [what is] cheap [ends up being] expensive. My grandmother used to say: don't buy cheap things that end up being expensive.
We have learned this with Russian energy, and we are learning it now in the economic competition with China. And that's not just because we are not competitive, but because in China - it's not the market that rules, it's the state, and that really changes the rules of the game.
Yes, with the United States we also have problems with the rules of the game, we also compete with the United States, and we discuss the rules of competition. But at the end of the day, we are both market economies, China is a different case.
Our relations are also unbalanced because our strategic dependence on certain products is very strong and makes us vulnerable. This vulnerability is increased by the fact that these products are integrated into finished products that we import from China. Hence the importance of the de-risking mentioned by the President of the Commission: that is to say, we need the diversification of our supplies, the reconfiguration of our value chains, the control of incoming and outgoing investments, the development of anti-coercion instruments always in line with WTO rules. This is economic security. It would be paradoxical for us to preach and preach multilateralism and then violate the rules of the multilateral institution that has done most to shape the world we have today.
But we must be lucid: de-risking carries risks. Because as we direct our flows towards Asian countries other than China, we almost automatically see an increase in the trade relations of these countries with China. And this is not by coincidence. These countries are importing more of the products they need from China to export more to Europe or the United States. So our dependence becomes indirect. But in some cases, it can become even more dangerous because these countries are much more vulnerable to pressure from China than we are.
In any case, we must reject the illusion that to protect ourselves economically from China, we must decouple our economies. Our dependence on international trade is too great, more than double that of the United States. We would not gain in security; we would deprive ourselves of the economic counterweight and others would occupy the vacuum we would leave.
We must apply the old recipe of diversifying to reduce our vulnerabilities. Reducing vulnerabilities and dependencies is the same as increasing our strategic autonomy. Being autonomous is the contrary of being dependent. So call itde-risking or asking for strategic autonomy; it is the same. The more autonomous you are, the less dependent you are, and the more dependent you are, the less autonomous you are. And economic dependence is bad, political dependence is bad. Alliances work when they are balanced. When they are not balanced and one party is much stronger than the other, it is no longer an alliance, it is something else whose name I will not pronounce here.
But these are subjects that must be treated not as a slogan but as a long-term issue. A real de-risking strategy will take years – just like it will take years to increase the military capabilities that we do not have today. In my view, the major risk from a geopolitical point of view is that de-risking will strengthen China's hold over the entire Asian economy. So de-risking is about taking all the risks into account. This is what we must all work on together – the institutions and all the Member States – in a stubborn, relevant, permanent and committed way.
Taiwan. This is a fundamental issue for Europe for three main reasons.
The Taiwan Strait is one of the most strategic straits in the world for trade, and particularly for European trade. The Europeans must therefore be present in the Strait to conduct Freedom of Navigation Operations, through their navies.
The second reason is that a takeover of Taiwan by force would of course be unacceptable in principle, but it would also be unacceptable in economic terms, given Taiwan's strategic role in the production of the world's most advanced semiconductors.
Finally, if we claim to be a geopolitical power, it is in our interest to be present everywhere in the world. To reaffirm our positions, to defend our interests, to encourage calmness and to prevent provocations. As I said, the best solution is to return to the status quo. So Taiwan is clearly part of our geostrategic perimeter. To guarantee peace, to defend our interests, without ever throwing oil on the fire.
I am sure all European Member States agree on that.
On Ukraine. Our positions are well known. Regarding China, our message is also clear, the President [of the European Commission] has conveyed it very explicitly, as has everyone done so: the relationship between China and the European Union has no chance of developing if China does not push Russia to withdraw from Ukraine.
In the face of a conflict involving the territorial integrity and sovereignty of an independent state whose borders are guaranteed by international law and by the great powers, including Russia and China, any so-called neutrality amounts to taking the side of the aggressor. I have said it, I say it, and I will say it again.
Finally, from a broader geopolitical approach. We must avoid a new cold war between the west and the far east. And we must pay more attention to the growing difficulties of many countries in the south.
To see the world through the prism of the strategic triangle China-US-EU would be a reduced and reductive vision. Because they would not take into account the existence of the great masses of people in the South, to whom China pays special attention because it wants to build with them a new world order, different from the one that - according to them - has been built by the West. And they say it openly, my colleague Foreign Minister [Qin Gang] says it without any kind of holding back.
The debate on China has only just begun. We must therefore engage it with analytical lucidity, which means a sense of reality, determination and clarity of our positioning and more unity than ever. A unity that is indispensable but that does not exclude the plurality of voices that carry it.
Thank you.
Closing remarks
Mr President, Honourable Members,
Allow me to continue using Spanish.
First of all, to say that as a former President of the European Parliament, it gives me great satisfaction to see this House so full. Congratulations to the European Parliament and thank you for the attention and attendance you are showing today.
Honourable Members, in this debate there have been many voices lamenting the European cacophony. That is to say, several European voices, not always saying the same thing or in the same way. And I believe that there are two reasons why this has happened.
The first [reason] is because there are different views among Member States about our relationship with China. This should not surprise us. It is the case, and the objective of a common policy is precisely to smooth out those differences in order to provide a common denominator. But that requires working together.
And the second reason why this has happened, which many Members [of the European Parliament] have deplored, is because yes, indeed, there have been issues of coordination between the European institutions and with the Member States that could have been avoided.
And I believe that we must take good note of what has happened, engage in self-criticism and seek solutions for the future that involve greater coordination between the institutions and the [Member] States. The institutions with each other - the [European] Commission and the [European] Council - the [Member] States with each other and the [Member] States with the institutions.
There has also been a lot of criticism towards the [French] President [Emmanuel] Macron. And I want to tell you that I have read very carefully the speech of the President of the French Republic at the Nexus Institute in The Hague, where he elaborates on the concept of strategic autonomy. And I think there are many ideas that are absolutely pro-European, which are absolutely positive, and with which I agree. We must continue to work on developing a concept which is in no way contradictory to the Atlantic Alliance, which is in no way a question of seeking alternatives to our relationship with the United States, which is in no way a way of seeking alternatives to NATO. On the contrary, it is about making our transatlantic community stronger.
It will be stronger if we are stronger as well. And neither the United States nor NATO can take the responsibility of solving all the security crises that affect Europe. We have to develop our own capabilities.
And, as I have said before, to reduce risk is to increase autonomy. Autonomy and dependence are contradictory variables. To reduce risks is to increase autonomy. To increase autonomy is to decrease risks.
There are economic risks and there are political risks. Alliances are only stable and deserve to be called alliances if they are balanced. If they are unbalanced, they are not really alliances, but a different type of relationship.
And we have to be strong as Europeans simply to make our transatlantic alliance stronger.
We have to talk about 'economic security', but 'economic security' is 'security'. We can put the adjective 'economic', but it is still 'security', and therefore an integral part of foreign and security policy. And I am happy that the Commission wants to work in this area, but it will not be able to do it on its own. It will have to rely on the Member States - that is, on the [European] Council.
Let’s avoid cacophonies again. Let’s work together.
An 'economic security' strategy is a security strategy. We should not put the adjective in the place of the noun. If it is a security strategy, we will have to find a way to manage these new security policies.
And in this, the [European] Parliament must play a fundamental role because we are talking about an issue that is fundamentally political and that affects our democracy and Europe's place in the world.
Thank you very much.